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martes, 17 de mayo de 2011

¿Somos obsesivas las madres?

Ayer por la tarde tuvimos la visita de un primo mío, al que no veo tanto como me gustaría. Hablando del tema de la maternidad me comentó que algunas mamás estamos un poco obsesionadas con el tema. A él le parecía más o menos normal que hablemos de nuestro retoño, pero no le parece tan normal que toda la conversación gire en torno a ese tema y menos cuando la otra persona no parece estar interesada para nada en lo que él pueda contar. Esta es su experiencia.

Dándole vueltas al tema he estado planteándome la conversación que tuvimos. El pensaba que algunas actuamos como si nuestr@ hij@ fuese el centro de nuestro universo y no hubiese nada más, como si necesitásemos airearnos un poco de vez en cuando.

Lo que le contesté es que yo pienso que todo tiene su momento y cada cosa su tiempo. Mi hija ahora me necesita, está en la edad para ello, y yo no quiero perderme ni un momento a su lado, porque estos momentos (valga la redundancia) sólo los vamos a vivir una vez en su vida.

Soy consciente de que estoy metida hasta el fondo en la crianza de mi hija, todo lo que busco y leo en Internet tiene que ver con el tema. Ahora mismo todo mi mundo es mi hija, yo lo sé, y es lo que deseo y estoy contenta con ello. Con los años llegará un momento en que ella irá haciéndose más independiente y yo iré ampliando mi horizonte sin casi darme cuenta. Con esto no quiero decir que no podamos juntarnos con gente que no tenga hijos, mismamente en semana santa nos fuimos con unos amigos sin hijos y estuvimos la mar de bien todos.

Yo no necesito trabajar para sociabilizarme. Con Minerva, todas las semanas, nos juntamos con un montón de mamás y nenes. Ya sea los martes en la piscina, los miércoles en el grupo de mamás, lo viernes en el grupo de masajitos con la matrona o en cualquier taller, reunión o conferencia que surja (siempre estamos liad@s, ja, ja). Se que hay personas que necesitan un trabajo para sentirse realizadas, yo no, al menos ahora mismo no. Cuando me ponga a trabajar será por necesidad más que por vocación, pues anda que no lo voy a pasar mal cuando tenga que dejar a la enana. Pues te tendrás que ir acostumbrando, me dijo mi primo. ¿Por qué? Lo ideal y sano sería estar con nuestr@s hij@s los primeros años, porque dependen de nosotr@s, porque nos necesitan, y porque se nos parte el alma cuando nos separamos de ellos. ¿Somos obsesivas por ello? Por supuesto que no, es normal sentirse así y es natural querer estar con tu hij@. Tengo que decir que la madre que se siente liberada al ir a trabajar, no por sentirse realizada, sino porque puede descansar de su hij@, me parece que no estaba preparada para ser madre. No digo que todo sea un valle de rosas, yo tengo mis días malos, donde me supera el cansancio, la impaciencia o el malhumor, y la nena está mas difícil o quizás a mí me lo parezca, y necesito que su padre se la lleve un rato de paseo (cuando vuelve de trabajar, y aprovechando que saca a nuestro perrillo) para descansar. Incluso, aunque ahora me pese, se me ha pasado por la cabeza en algún instante el pensamiento de que trabajando estaría mejor. Ni que decir que son tonterías que a una se le pasan por la cabeza cuando está ofuscada. Ni aunque me pagasen millones dejaba a la nena en una guardería, cuando lo haga será porque no tenga más remedio, e intentaremos demorarlo lo máximo posible.

Yo puedo ser obsesiva como persona (dándole vueltas a algunas cosas), pero no como madre, y menos por los motivos que he mencionado. Estoy segura de que llegado el momento de empezar a buscar trabajo, me obsesionaré con el tema de pasarlo mal con la separación y de cómo nos apañaremos.

Mi primo (por cierto, todo esto me lo dijo con la mejor intención, y dialogando tranquilamente. Es un sol. Habría que verle el día que sea padre, miradme a mí, que nunca había querido tener hij@s), terminó diciendo que las madres que él comentaba, las que sólo hablan de sus hij@s cuando quedan con un amigo y no les interesa para nada la vida de éste (ya se está planteando si este tipo de relación, unidireccional, merece la pena), suelen ser madres obsesivas que no dejan a sus hij@s avanzar, y que no les atan a la pata de una mesa para que no se hagan daño porque se las miraría mal. Primero, madres como personas hay muchas, el otro día comentaba lo diferentes que somos una amiga mía y yo con respecto a la manera de ver las cosas (incluida la crianza) y no por ello dejamos de respetarnos, interesarnos la una por la otra y de querernos. Segundo, no se si este tipo de madres, que no dejan que sus hijos se comporten como tal por miedo a que se hagan daño (a ver, está claro que no le voy a dejar jugar con cuchillos, pero cuando empiece a andar me hago a la idea de que se dará más de un cachiporrazo), son obsesivas o no, pero lo que tengo claro es que son sobreprotectoras.

Así que a la pregunta del principio contesto que no, imagino que alguna habrá, pero es que nunca me ha gustado generalizar.

jueves, 16 de diciembre de 2010

Pérdidas y logros que van de la mano

Esta entrada está dedicada a las personas que no tienen hij@s pero que se juntan a menudo con gente que si l@s tiene.

Tenemos gente cercana que este año han tenido niños, tres parejas concretamente. A parte de la alegría de su embarazo y el posterior nacimiento del bebé, me alegra también mucho que cuando nos juntemos los “adultos” Minerva tenga a esos nenes para jugar juntos. Y no se queda ahí la cosa, porque tenemos otros dos niños de dos añitos ya (hay que ver cómo pasa el tiempo, ya me lo dicen sus mamás), con los que también nos juntamos cuando podemos. Y su primo de casi cinco años, que como se entere de que no le nombro…

Luego te gustaría que los amigos que quedan sin niñ@s se animen pronto (si es que piensan tenerlos) para que no se lleven muchos años. Pero también porque la alegría ante la noticia de un embarazo cercano ha ido en aumento, si cabe, tras haberme quedado embarazada y más aún tras tener a Minerva. Imagino que esto será porque sabes a ciencia cierta la alegría que eso supone.

Ahora me siento como si casi no tuviera otro tema de conversación que no sea mi niña o todo lo que tenga que ver con crianza, lactancia, cacas… Si me junto con amigos que no tienen hijos tengo la sensación de que les voy a aburrir con mi monotema, si bien es verdad que me gusta verlos para que me saquen un poco de él y me cuenten lo que pasa por el mundo, ese mundo que a mi se me ha vuelvo del revés, hacia dentro: Minerva y su mundo.

Al principio, cuando todavía estas con las hormonas revolucionadas y agotada de no pegar ojo y de todo lo que se te viene encima, piensas incluso que ya no van a querer quedar contigo. Y sientes una gran pérdida del mundo que has dejado atrás, pero que queda recompensando por esa nueva vida que tienes entre tus brazos.

De la misma manera me pregunto si, cuando se juntan estos amigos con los que tenemos hij@s, se sienten igualmente fuera de lugar. Más todavía si no piensan tener niñ@s o est@s no les “interesan” demasiado (en todo su derecho están, faltaría más).

Supongo que de eso se trata, de ir dejando cosas y personas atrás, para así seguir avanzando y encontrarnos con nuevas historias y nuevas personas (o personitas). Claro que para mi lo ideal sería el logro sin la pérdida.

Os recuerdo que podéis dejar vuestra opinión.

Aquí tenéis otras viñetas del cómic “Guía para padres desesperadamente inexpertos” de Manel Fontdevila: