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lunes, 27 de enero de 2014

Dejemos jugar a los niños

En esta vida tan ajetreada que llevamos, en la que parece que tenemos prisa para todo, también ocurre que muchas veces metemos prisa a nuestros hijos, una veces sin querer y otras queriendo, para que crezcan, jueguen o aprendan. Queremos lo mejor para ellos y por tanto lo queremos todo ya, sin dejarles disfrutar de la vida y de su momento; sin ni siquiera disfrutar nosotros de ellos.

Cada niño tiene su ritmo, sus gustos y preferencias, un carácter y su manera de hacer las cosas. Vamos, como los adultos. Pero claro, son demasiadas las veces que se nos olvida precisamente eso, que son personas y no marionetas a los que dirigir a nuestro antojo, según nuestras necesidades, gustos, la prisa que tengamos o nuestra creencia errónea de lo que debe ser/hacer un niño.

Hoy no voy a entrar a reflexionar sobre si los niños deben o no aprender esto o lo otro  cuanto antes, aunque si diré que no estoy de acuerdo con la frase “cuando antes mejor”. Quiero compartir diez tips para que el juego de o con nuestros niños sea realmente juego que ellos disfruten, juego con el que realmente aprendan y en definitiva juego de verdad.


Qué podemos hacer para respetar el juego creativo de nuestros hijos:

- No decirles cómo deben jugar. Es muy común que el adulto establezca las normas del juego (y no hablo de unas normas de respeto: no pegar, chillar, etc), porque tiene una idea preconcebida de cómo debe jugarse a este u otro juego, coartando imaginación y libertad al niño para poder expresarse mediante el juego.

- No decirles a qué tienen que jugar. Podemos ofrecerles alternativas, darles ideas, por supuesto acompañarles, pero no decidir por ellos. El juego es una herramienta de aprendizaje cuando el niño lo disfruta, sin haber sido impuesto. En lo que se hace por obligación no hay placer ni aprendizaje, y por tanto no es juego.

- No obligarles a jugar con quien no desean. Es habitual que, sobre todo en niños que por su desarrollo (normal) todavía no se relacionan mucho con otros niños, se le inste a jugar con “amiguitos” (impuestos), cuando ellos no tienen necesidad o por el motivo que sea no quieren jugar con ese otro niño. Como decía antes, todo lo que se hace por obligación no gusta.

- Dejarles que se equivoquen. Hay que permitir que los niños cometan sus propios errores, para que de esa manera puedan aprender a resolverlos, siempre con nosotros cerca. Si les trasmitimos que equivocarse es algo negativo puede suceder que teman volver a intentarlo.

- Pedirles permiso para “interferir” en su juego. Cuando un niño está jugando, sobre todo cuando el juego simbólico va siendo más complejo, está inmerso en un mundo imaginario donde nuestra percepción no tiene por qué ser la suya, y por tanto nuestra incursión en el juego puede no ser aceptada sino estamos comprendiendo la “historia” del juego. No quiero decir con esto que no juguemos con nuestros hijos, al contrario, ellos están deseando jugar con nosotros. Lo que quiero decir es que si están jugando y llegamos nosotros, debemos sumergirnos en su mundo.

- No interrumpirles cuando están jugando. Pensamos que el juego es sólo diversión, como si esto fuese algo insignificante. El juego es muy importante para el desarrollo de los pequeños, a través de este integran vivencias, desarrollan su imaginación y adquieren conocimientos.

- No tratar de hacer del juego siempre un aprendizaje. Entre otras cosas porque ya lo es, si les permitimos jugar libremente. Como he dicho antes, podemos proponerles cosas que pensamos que pueden ser interesantes para ellos en cuanto a aprendizaje, pero la decisión siempre será suya. Si realmente queremos que aprendan dejémosles jugar libremente y sin presiones.

- No etiquetarles. Juzgar a nuestros hijos, según nuestros prejuicios, es además de dañino (su autoestima puede verse afectada) algo que no lleva a ninguna parte.

- Dejar que se aburran. Llenarles siempre de actividades sin dejarles momentos para la inactividad es contraproducente. Qué mejor momento para el resurgir de la creatividad que el aburrimiento.

- Dejar que se ensucien. Dejémosles comportarse como niños. Os contaré una anécdota. Hace tiempo, estando con mi hija en el parque, llegaron unos abuelos con un niño de año y medio. Llevaban un cubo y una pala. Pero cuando el niño quiso sentarse en la arena y tocar la arena, le dijeron que eso no podía ser, que se iba a manchar (sus pantaloncitos blancos, entre otras cosas). Se suponía que el niño tenía que jugar de pie, sin tocar la arena directamente con las manos. De verdad que no entiendo estas situaciones, que las hay.


¿Se te ocurre algo más?

lunes, 15 de julio de 2013

Los niños no tienen por qué ir al cole con 3 añitos

Se tiene la idea generalizada de que los niños con tres añitos ya tienen que ir al cole. Son muchas las  familias que no se plantean esto, dando por hecho que es lo que toca y no se les pasa por la cabeza la posibilidad de seguir otro camino que no sea el que marcan los demás. Una de las cosas que quiero trasmitir a mi hija es su capacidad de plantearse las cosas, de cuestionarlas, de actuar con consciencia; sabiendo lo que hacemos y por qué lo hacemos, buscando nuestro propio camino.

El “tener que” que tantas veces utilizamos sin darnos cuenta, “obliga a”. Los niños tienen que…. ir al cole, saber comportarse, obedecer cuando se les manda (ordena) algo, tener respeto a los adultos, etc. Es decir, que estamos diciendo que los niños están obligados a ir al cole; están obligados a saber comportarse (cuando muchos adultos no saben hacerlo); están obligados a respetar  a quien en ocasiones no le respeta a ellos, recibiendo por tanto mensajes contradictorios; están obligados a obedecer porque sí, sin ninguna explicación…

En el caso que nos concierne, la frase sería, los niños con tres añitos tienen que ir al cole, están obligados a ir al cole. Y tras esta frase va un sin fin de frases más para justificarla. Los niños con tres añitos no necesitan ir al cole, no son ellos quienes lo necesitan. Además, por otro lado, no es hasta los 6 años cuando es “obligatorio” escolarizarlos.

Muchas veces ocurre que cuando nos salimos del camino general nos miran con desconfianza. Y en vez de pensar que cada cual lo hacemos de la mejor forma que sabemos, que somos libres de elegir la manera de criar a nuestros hijos, en vez de plantearse que quizás ellos también pueden, se enfadan y ponen en duda tus decisiones por ir en contra de las suyas. Y no es que yo piense que voy en contra de nadie, pero es que en la vida diaria suele ser cómo viven los demás el que tú decidas hacer las cosas de otra manera.

Y no es fácil no seguir la corriente, sobre todo cuando ves que te quedas solo. Y esto es lo que nos ha pasado con este tema del colegio. Casi todas las familias de nuestro alrededor, con los que nos hemos juntado hasta ahora en los grupos de crianza, han escolarizado a sus hijos. Y a pesar de tener las ideas claras, resulta que te da miedo no seguir la corriente. Quizás sea ese el motivo por el que la gran mayoría de la gente no suele salirse de la línea marcada.


Estas son algunas de las frases que para mí justifican en muchos casos la creencia de que los niños tienen que ir al cole. Aprovecho antes para matizar que, por supuesto, si los padres trabajan fuera de casa, y no tienen quien les eche una mano, no les queda otra opción:

- Se lo pasan muy bien.
¿Acaso no se lo pasan bien con sus padres? Además esa frase no es extensible a todos los niños, tomémonos la molestia de preguntarles y no demos nada por hecho. Seguramente algunos se lo pasen bien, pero aun así puede que tengan otras preferencias.

- Aprenden mucho.
Claro que aprenden, están en la edad de aprender, son esponjitas que absorben todo. ¿A caso no han aprendido un montón de cosas en esos tres años?  ¿Pensamos que ya no tenemos nada más que aportarles? Todo lo contrario. Tenemos una total falta de confianza en nosotros mismos como padres, de la cantidad de cosas que aprenden cada día con nosotros (siempre que estemos presentes –accesibles-) y de lo que podemos enseñarles. Por favor, que tienen tres, cuatro o cinco años, pero es que aunque tuviesen muchos más.

- Si no van al cole no podrán socializar.
Los niños pequeñitos no necesitan estar con otros niños sino con un adulto o adultos que les de seguridad y cariño. Es a partir de los tres años (algunos un poco antes, otros después) cuando empiezan a socializar. Y eso lo harán a su ritmo y sin ser obligados, en lugares como en los parques, con hijos de amigos, con primos, familiares etc.

- No llevarles al cole es tenerles encerrados en casa y no les damos la opción de ver la vida real.
Primero, la vida real es la familia, las tareas cotidianas, la calle, el encontrarse con el vecino, el panadero, el cartero. Por supuesto que no es estar en casa todo el día.
Y segundo, nunca la vida real ha sido estar encerrado entre cuatro paredes, un solo adulto con casi 30 niños de la misma edad, diciéndoles lo que tienen que hacer.

- Se acostumbran a estar sentados y callados.
¿Y para qué quiero que mi hija deje de comportarse como una niña? ¿Se acostumbran o se resignan?

- Les viene bien.
He de reconocer que esta frase ha terminado molestándome un poco.  ¿Les viene bien a todos los niños? Porque no todos están preparados, ni a todos les gusta, ni mucho menos todos lo necesitan. ¿Y para qué les viene bien? Esta afirmación, como otras tantas, también me las encontraba con el tema de la guardería (aquí podéis leer el post que escribí en su día). A los que les viene bien que nuestros hijos vayan a la guardería o al cole tan pequeñitos es a nosotros los padres, tal cual. Porque podemos desconectar por un rato, descansar, hacer lo que tengamos que hacer, porque nos cuesta pasar 24 horas con nuestros hijos, cansa, claro que cansa. Me gusta encontrarme con padres que me dicen sinceramente que les apetece a ellos, porque necesitan un poco de desconexión, ya que les resulta muy cansado estar todo el día con sus pequeños; y me gusta porque son sinceros y no se escudan en afirmaciones tomadas por otros para justificarse. Y por supuesto no quiere decir que por eso queramos menos a nuestros hijos.

- Y otras frases como “es muy aplicado en el cole”, “no es nada vago”, “¿le gusta estudiar?”, entre otras, que he escuchando referentes a niños de 3 y 4 años. Me parecen fuera de lugar y, tengo que decirlo, de una total falta de información o entendimiento de cómo es un niño de verdad y de su desarrollo evolutivo.


Por otro lado el periodo de adaptación que llevan a cabo la mayoría de los colegios es irreal. Piensan que por ir aumentando paulatinamente el tiempo que el niño pasa en el cole ya está todo hecho. A mi me costaría y mucho dejar a mi hija con un desconocido, por mucha carrera que me diga que tenga. Y además se, porque me pongo en su lugar, que el hecho de que te dejen con un montón de desconocidos da miedo, angustia y desconfianza.  Y es lo normal y deseable, porque creo que  ningún padre queremos que nuestros hijos se vayan con desconocidos. ¿Entonces, por qué un buen día de repente les dejamos con alguien que ni ellos ni nosotros conocemos, sin antes haber pasado un tiempo todos juntos?


Personalmente más de una vez he pensado escolarizar a mi hija para tener tiempo para mi, para mi trabajo, y para recargar pilas. Porque un niño con una sola persona (el papá está por supuesto, pero no todo el día) agota. Y en ocasiones puede hasta sobrepasarnos. Por eso otra opción sería, si podemos, pedir ayudar para no estar solos.



Y vosotros, ¿habéis escolarizado a vuestros hijos? ¿Ha sido una decisión meditada?