Mostrando entradas con la etiqueta Estrés. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Estrés. Mostrar todas las entradas

martes, 16 de septiembre de 2014

Por qué llora tu bebé y cómo puedes calmarle

El llanto del bebé tiene un fin, es una manera de comunicarnos su malestar con la intención de ser atendido. Cuando un bebé llora es porque le sucede algo y necesita que tú, de quien depende para sus cuidados, le ayudes a resolverlo.

Frases como “te quiere tomar el pelo” o “déjale que se acostumbre” seguramente las habrás oído, con la idea subyacente de desconexión del sufrimiento de tu bebé, que te está pidiendo lo que necesita de la única manera que sabe. Es imposible que un bebé te tome el pelo ya que su cerebro está en pleno desarrollo. No tiene capacidad de razonamiento, de hecho no será hasta los 2 ó 3 años cuando comience a desarrollarse la corteza cerebral, cuando comience su mielinización. Por otro lado, en relación a la segunda frase, simplemente te dejo un par de preguntas: ¿Quieres que tu hijo se acostumbre a no ser atendido cuando lo necesita, teniendo en cuenta que no tiene ninguna otra herramienta mas que el llanto para gestionar tanto sus necesidades como sus emociones? ¿Qué clase de adulto te gustaría que llegara a ser?

Un bebé actúa por instinto, tiene unas necesidades que requieren ser satisfechas en el momento, pues vive en el presente. No entiende (no tiene esa capacidad aún) que puedas tardar en satisfacer sus necesidades básicas, y esto es así por una mera cuestión de supervivencia.

Cuales son los motivos por los que puede llorar tu bebé y cómo puedes calmarle en cada situación:

- Hambre. Durante los primeros meses el bebé necesita comer frecuentemente, las tomas se realizan a demanda, tanto si el bebé toma pecho como lactancia artificial. El reconocer las señales que te manda tu bebé cuando comienza a tener hambre (mueve la cabecita de un lado a otro buscando, se chupa los puños…) te ayudará a adelantarte antes de que comience a llorar, señal tardía de que tiene hambre.

- Necesidad de contacto. Una necesidad básica, para el correcto desarrollo de tu bebé durante sus primeros años de vida, es el contacto físico. El bebé ha pasado nueve meses contigo, sintiendo en el útero tu abrazo constante, y necesita que esto se siga manteniendo especialmente durante el primero año de vida. Para calmar aquí a tu bebé es tan sencillo como seguir tu instinto y cogerle en brazos. Además de ofrecerle amor y seguridad, estás fomentado sus conexiones neuronales. Un portabebé te puede ser de gran ayuda, ofrecer esa necesidad de contacto a tu bebé es sólo uno de sus beneficios.

- Sueño. La idea de dejar al bebé en su cuna o en el cochecito y que se duerma solo, nos la han vendido muy bien. Pero esa idea es otra manera de fomentar el desapego y que nada tiene que ver con un bebé real. Puede que haya bebés (que no hayan sido sometidos a métodos conductistas) que lo hagan; pero por regla general tu bebé necesita la seguridad de tu regazo o de tu pecho (si es amamantado), o el movimiento, para coger el sueño apaciblemente. Incluso es común que si le dejas después en su cunita se despierte (lo que llamamos la cuna de pinchos). Esta “alerta” del bebé atiende a un instinto de supervivencia que hemos heredado de nuestros antepasados nómadas, donde el que se quedaba solo no sobrevivía. Disfruta de tu bebé en una etapa que no se volverá a suceder. Durmiéndole en tu regazo y teniéndole cerca durante la noche, bien en su cuna o colehando de forma segura, os ayudará en este aspecto. Durante el día el portabé puede ser también un gran aliado, comprobarás la facilidad con la que se duerme.

- Necesidad de movimiento. Durante el embarazo tu bebé ha estado en constante movimiento, fundamental para su desarrollo. El movimiento continúa siendo igualmente importante después de su nacimiento, y de hecho podrás comprobar cómo él mismo te lo pide. Aquí, como no puede ser de otra manera, el porteo le ofrece a tu bebé ese movimiento cambiante y estimulante, que sólo lo da el ser llevado pegadito a tí.

- Pañal sucio. Puesto que el bebé no tiene otra forma de comunicarte lo que le sucede, puede ser que el motivo de su llanto sea para decirte que le incomoda un pañal sucio. Esto es fácil de comprobar. Si cambias a tu bebé y este se queda tranquilo, ese era el motivo de su llanto.

- Etiqueta que le pica o pelo estrangulando un dedito. Estos detalles pueden ser los causantes del malestar y el llanto de tu bebé. Hay que tenerlos en cuenta para descartarlos si ves que tu bebé no se calma habiéndole ofrecido brazos y comprobado lo anteriormente expuesto.

- Dolor. Descartar enfermedad o patología. Cuando tu bebé llora desconsolado y no hay nada que le calme hay que valorar siempre la posibilidad de que le duela algo. Puede ser que notes que el llanto es más intenso, aunque esto depende del tiempo de tu bebé y sus circunstancias. Como madre (o padre) que conoce a su bebé puedes tener mucha información simplemente observándole, y por supuesto acudir a su pediatra para descartar cualquier enfermedad o patología.

- Gases y/o estreñimiento. No hay evidencia de que los cólicos sean molestias estomacales o intestinales, puede ser más una necesidad de contacto. El masaje, otra forma de contacto, puede aliviarle, y siempre le hará bien. Si lo necesitas, puedo enseñarte un masaje para el estreñimiento o gases, si es su caso.

- Sobreestimulación o experiencia traumática. Quizá tu bebé necesite llorar para desahogarse de una situación que le ha resultado sobreestimulante o traumática. Aquí lo importante sería acompañar ese llanto más que calmarle a toda costa. El bebé necesita llorar para “echarlo fuera”, y lo más seguro es que no deje de llorar a pesar de tenerle en brazos, y habiendo descartado otros motivos. Puede resultarte descorazonador que tu bebé no deje de llorar a pesar de tus intentos por calmarle, pero lo estás haciendo bien, tu regazo es su mejor consuelo y donde poco a poco logrará restablecer su equilibrio con tu ayuda. La habitación del hospital o tu casa llena de gente tras el parto o tu propia ansiedad, son circunstancias que pueden sobreestimular a tu bebé. También puede ser que tu bebé sea más sensible y cualquier circunstancia le sobreestimule, cosa que irás observando para tenerlo en cuenta. Por otro lado, un parto difícil o una separación mamá-bebé tras el parto puede suponer una experiencia traumática para ambos, y la manera de “soltarlo” para el bebé es el llanto. Portear a tu bebé os puedes ayudar a ambos a restablecer, como decía, el equilibrio. Un enmallotamiento correcto o la postura boca abajo en brazos, puede también ayudar a tu bebé a relajarse.


El llanto es la única forma que tiene tu bebé de decirte que le sucede algo, y por tanto debería ser atendido siempre. La intención no debería ser anular, sea como sea, el llanto sino atenderlo o consolarlo. En ocasiones el bebé puede llorar sin que sepamos bien que le sucede, ya que hemos descartado todas las posibilidades, incluyendo que pueda estar enfermo. Lo único que podemos hacer aquí es estar a su lado, consolándole, en el sentido de “llora lo que necesites, que yo estoy contigo”. Como comentaba antes, puede ser una necesidad del bebé de descargar una sobreestimulación o una experiencia traumática.


Cuando el llanto de un bebé no es atendido o consolado, este llora todavía más fuerte, y sus niveles de cortisol suben hasta límites tóxicos. Puesto que el cuerpo no puede aguantar esta situación durante largo rato, el bebé termina durmiéndose de puro agotamiento. Digamos que para que no se produzca un cortocircuito actúan hormonas relajantes para que el cerebro desconecte. Se produce una disociación, como respuesta del sistema parasimpático, para conservar energía. Esto es lo que hace el bebé cuando su llanto no es atendido, desconectar, resignarse, que no es lo mismo que aprender a calmarse solo. Esto es lo que se conoce como estrés tóxico o negativo.   

Existe también el estrés positivo o eustrés, necesario para el desarrollo, y que es el que ofrecemos al bebé en el día a día a través de la estimulación natural. Se trata de un estrés no mantenido en el tiempo, sino a modo de estímulos concretos en la relación del bebé con el mundo.


¿Te resulta fácil reconocer el motivo del llanto de tu bebé?


Si tienes alguna duda puedes escribirme a info@soniandoduendes.com. Si lo que necesitas es una asesoría, ya sea online o a domicilio puedes ponerte en contacto conmigo en el ese mismo mail.

Si la información te ha resultado útil te invito a seguirme en facebook y a darte de alta en el boletín, para que puedas estar al tanto de mis artículos, y también de mis talleres, sorteos, novedades y ofertas. Si buscas un portabebé lo puedes encontrar en la tienda.

martes, 15 de mayo de 2012

Cuando mi niña interior debe ser madre


Llevamos unos días un poco raros en cuanto al sueño de Minerva. La semana pasada estuvo con fiebre un par de días, pero como vimos que no iba a más y no tenía más síntomas no fuimos al pediatra. A partir de ahí ha tenido algo de mocos, pero nada importante.

Y desde hace una semana mi hija ha decidido que eso de trasnochar le gusta mucho más que acostarse a una hora decente, y no hablo de las 12 de la noche sino de la 1 o las 2 de la madrugada. Además se despierta cada hora a mamar, y los primeros días de esta nueva etapa lo hacía gritando (hemos descartado terrores nocturnos porque es durante toda la noche y además responde conscientemente a la pregunta de si quiera teta).

No sabemos muy bien a qué se debe este cambio, pero yo estoy muy desconcertada y buscando mil y un motivos, porque sí, los niños se despiertan y a veces les cuesta irse a dormir porque hay muchas cosas interesantes que ver, pero así de repente, gritando por las noches, dando patadas en la cama como si estuviese rabiosa por algo, y esas rabietas que se coge durante el día en las que es tal el sofoco que luego está media hora hipando... me deja exhausta y descolocada.

Se me ocurre que le duela algo (lo dientes, ya pasamos por eso alguna noche, pero era más el no poder dormir que el no querer dormir), que tenga calor, que tenga miedo de irse a dormir (aunque sabe que estamos nosotros junto a ella), que esté pasando por alguna fase de cambio en su desarrollo…

Lo de estos últimos días me está superando, quizás porque no descanso bien y tampoco desconecto. Mi ratito para mí es cuando se duerme, desconecto, leo un poco, escribo, hago cosas pendientes, me dedico a mi tiendita… pero últimamente no tengo eso y al cabo de unos días lo llevo bastante mal. Lo necesito, necesito tener un rato para mis cosas, desconectar, descansar. Y al final lo llevo tan mal, quizás egoístamente, que termino comportándome muy mal con mi pequeña, gritándole, diciéndole cosas que no debo, tratándola bruscamente… Se que en algún momento todos hemos caído en este torbellino emocional con nuestros hijos, incluso esos padres tan tranquilos que parece que jamás se alteran, pero lo de estos días ya es demasiado y no me siento nada bien conmigo misma y la situación.

Mi hija siempre ha sido muy demandante, yo acepto que es así, de lo contrario no sería mi hija, y lo veo normal. Pero quizás por el cansancio de estos días ya no llevo tan bien ciertas cosas. Si ella no tiene ganas de desayunar, comer, merendar o cenar, tampoco me deje hacerlo a mí (especialmente el desayuno, y no me extraña después de tanta teta, a veces opto por no esperarla si me he levantado antes y me da tiempo), porque tengo que irme con ella a jugar, faltaría más; que la siesta, excepto alguna vez que me ha sorprendido, siga sin hacerla seguida, tres cuartos de hora ella solita y otros tres cuartos de hora (mas o menos) con mamá tomando teta, y casi 12 kilos ya cansan bastante (podría echarme con ella, pero no me iba a dormir y prefiero aprovechar ese ratito a hacer mis cosillas frente al ordenador); por la noche cuando se duerme, cuando se dormía a una hora decente, de 9 a 11, según la temporada, tengo que volver a acostarme con ella o cogerla para darle teta en ocasiones hasta tres veces hasta que me voy a dormir yo también; podría madrugar por la mañana para aprovechar mientras duerme, y a veces lo hago aunque no haya dormido nada, pero normalmente en cuanto me levanto su radar hace que también se despierte ella, aunque se haya acostado a las tantas. Tengo muy claro que lo primero es mi hija, y si no puedo hacer otras cosas pues ya se harán, pero he de reconocer que necesito un poco de espacio para mí sola un rato al día.

No quiero con esto dar pena, ni mucho menos. Yo soy el adulto, y debería comportarme como tal, aunque muchas veces termine sumergiéndome de lleno en la rabieta de mi hija en vez de ayudarla manteniendo la calma y estando a su lado para lo que me necesite. Pero realmente es difícil, al menos yo lo siento así, y más en momentos como estos cuando de entrada no estamos al 100%. Me da rabia dejarme llevar por esa maraña de furia emocional, y no comportarme como mi hija necesita y se merece, porque ella es la niña, la que necesita aprender a comprender y canalizar sus emociones, a través de mí. Y en vez de comportarme como el adulto que la acompaña, sale la niña que llevo dentro con todos sus fantasmas.
Con esto sólo quiero desahogarme y mostrar que estas cosas pasan, para bien y para mal. Aunque soy consciente de todo esto, a veces no me basta para salir de esa espiral, pero el hecho de relatarlo me ayuda a reflexionar más profundamente y a iluminarme sobre los puntos de mi personalidad que tengo que trabajar para hacer crecer a la niña dolorida y enfurecida que llevo dentro.

Eso sí, cuando me mira con esos ojitos picarones y me da esos abrazos que más pareciera una “lapilla” enganchada a mí, se me pasan todos los males.

martes, 17 de enero de 2012

Mastitis no infecciosa, mi cuerpo se rebela

El domingo de madrugada, en uno de nuestros despertares nocturnos, noté que me dolía bastante en la zona del pezón izquierdo. Me miré y lo ví un poco blanco, así que empecé a pensar, medio dormida, yo con todo lo que había leído, mi actual curso de asesora de lactancia materna y mi propia experiencia en estas cosas, y me bloqueé. “¿Serían cándidas?” “¿Y ahora dónde tenía que acudir a hacerme un cultivo?” “¿Llamo a mi compañera de curso (una de las mamás con la que hemos creado nuestra asociación) o pido cita con la pediatra de Minerva que es IBLC (Consultora Certificada en Lactancia Materna)?” Pero con lo cansada que estaba continué durmiendo, ya vería cómo me encontraba por la mañana.

Para entonces el dolor se había extendido hacia la zona de fuera y hacia abajo del pecho, además para nada el pezón estaba blanco. Me centré. Definitivamente no eran cándidas. Congestión no tenía, tampoco parecía tratarse de conductos obstruidos y para nada tenía síntomas gripales de una posible mastitis, aunque el dolor del pecho era parecido (tuve mastitis cuando Minerva contaba con unos tres meses). Recordé entonces que hay un tipo de mastitis no infecciosa, en la que los síntomas son iguales a una mastitis infecciosa pero sin cursar fiebre ni síntomas gripales.

Empecé a darme cuenta, se lo comenté a mi compañero de ruta, de que lo que me hacía falta era descansar y que esto era debido a esa falta de sueño y un estrés que últimamente parecía no separarse de mí. La incipiente inauguración de nuestra asociación y especialmente el proyecto que me traigo entre manos, a veces pienso que no sé dónde me estoy metiendo, me tienen tan absorbida que mi mente no para ni un momento, termino acostándome a las tantas (tiempo en el puedo aprovechar a hacer algo) y cuando lo hago no consigo conciliar el sueño. Minerva lo nota, ha estado más demandante y nerviosa, y el hecho de no descansar se resiente en mi humor.


Eché mano de mi manual (bibliografía recomendada en el curso de asesora de LM y que los Reyes Magos me trajeron) y terminé de confirmar mis sospechas. Efectivamente, mastitis no infecciosa. Recomendación: descansar, vaciar el pecho y si es necesario aplicar frío en la zona tras la toma o la extracción. Duración: entre dos y cuatro días.
Así que anoche me acosté pronto, dormí mas o menos las horas que necesitaba, relajada, sin darle vueltas a la cabeza, de hecho mi buhita también ha dormido más tranquila. Y puedo deciros que en estos momentos se me ha pasado completamente.


El cuerpo nos avisa cuando sobrepasamos nuestro límite. En mi caso además con unos sueños extrañísimos que he tenido esta noche, de los que cuando he despertado he sentido que mi cuerpo trataba de transmitirme algo. Estoy intentando extraer su significado, pero si no me detengo en mi “no parar” va a ser difícil.

miércoles, 12 de enero de 2011

El cerebro del bebé

Buscando información para documentarme sobre el tema de la próxima entrada, me encontré con este vídeo que os dejo a continuación. Se trata de un documental del programa Redes de 2007 donde Eduard Punset entrevista a Sue Gerhardt, psicoterapeuta y psicoanalista en Inglaterra, considerada una de las mayores autoridades en su campo, ha dedicado toda su vida al estudio de los bebés y la influencia del afecto emocional del bebé en su vida adulta.

A raíz de su libro, “El amor maternal”, nos explica la importancia de la primera infancia como base de la salud mental. Primero en el útero y después durante los dos primeros años de vida, se desarrollan sistemas importantísimos en el cerebro. La persistencia del estrés en los bebés es perjudicial, ya que estos no saben gestionarlo, no pueden deshacerse de su propio cortisol, y nos necesitan a nosotros para ello. El estar lejos de su cuidador es un ejemplo de desencadenante del estrés en los bebés.

Sue Gerhardt nos dice que los bebés no necesitan la estimulación temprana en las guarderías, sino un cuidador personalizado que les conozca; necesitan vínculos afectivos seguros, que entre otras cosas les servirá para tener mayores rendimientos escolares; necesitan contacto físico para su desarrollo, ya sabéis, muchos brazos, mimos y masajitos, al contrario de lo que se nos había intentado hacer creer. Muchos trastornos de la personalidad están relacionados con la primera infancia por no haber dado a los bebés lo que realmente necesitaban.

El vídeo es un poco largo, pero está muy bien.





Antes he hablado del cortisol, una hormona del estrés, y he recordado otra de las grandes lindezas que nos quieren intentar vender a costa de nuestr@s hij@s. E. Estivill nos dice en su libro “Duérmete niño” que uno de los trucos que utilizan nuestr@s hij@s para llamar nuestra atención, cuando les dejamos solos en su habitación ¡para enseñarles a dormir!, es el vómito. Quizás este hombre debería informarse mejor. Rosa Jové dice lo siguiente en “Dormir sin lágrimas”: Cuando dejamos a un@ niñ@ sol@ en su habitación, sobre todo si es un bebé, no sabe si sus padres van a volver, y si no le atendemos llorará cada vez más. El cerebro, ante el estrés provocado, liberará adrenalina y cortisol, hormonas que impactan sobre áreas del cerebro que rigen las emociones y el lenguaje. Si continua sin ser atendid@ llorará hasta que estas áreas se colapsen, pero como el cuerpo no podría aguantar durante mucho tiempo esta situación, para contrarrestar se liberan una serie de sustancias (endorfinas, serotonina) que provocan una bajada del estrés (recibe un chute de tranquilizantes naturales) ¿Y qué sucede cuando hay niveles altos de cortisol y de serotonina? Pues que se produce el vómito involuntario.

Ahí queda eso.