Comenzar el cole supone una nueva etapa, en la que el
pequeño vive en un torbellino de emociones. Miedo, ansiedad, tristeza y rabia pueden ser vividos intensamente por
el niño, que necesita soltarlo y expresarlo de algún modo. Cada niño lo
lleva y lo expresa a su manera.
Como madre de una niña de cuatro años, que ha comenzado el
cole por primera vez, me reafirmo en lo que ya tenía claro antes de
escolarizarla. Una adaptación real, sería aquella que permitiera dar espacio a
los padres en el aula, hasta que el niño se sintiera seguro. Quedarse solo en un sitio que no conoces,
con un adulto y 25 niños que no conoces, genera estrés. Esto en sencillo de
comprender, y sin embargo son poquísimos los colegios que lo hacen así. Sería
mucho más sencillo para todos, especialmente para los más pequeños, poder
conocer-adaptarse a ese nuevo entorno con la tranquilidad y la seguridad que
ofrece el estar con alguien de confianza.

Cómo puede afectar la adaptación al cole a tu pequeño:
- No quiere ir al cole, llora
en casa y/o en el colegio.
- Se muestra agresivo
con algún niño en clase, cuando nunca antes había reaccionado así con otros
niños.
- No quiere salir al
recreo. El patio es un lugar amplio, con mucho jaleo, donde los niños no
son controlados, y algunos pueden verse más inseguros, solos y temerosos.
- Se aguanta las
ganas de hacer pis hasta llegar a casa. No quiere hacer pis en el cole.
Allí no tienen ninguna intimidad y eso a algunos niños no les agrada.
- No se relaciona con
otros niños en clase. Puede suceder incluso que no quiera jugar con otros
niños en el parque, cuando antes si lo hacía. Sólo quiere estar con mamá, papá,
los abuelos, o con quien antes pasaba más tiempo.
- En el día a día, fuera del colegio, se le ve triste, desanimado, sin ganas de hacer nada.
- Está agotado.
Necesita dormir muchas horas para descansar, hasta el punto de pasar menos
horas despierto en casa que en el cole.
- Está constantemente
enfadado en casa, cualquier cosa le molesta. Está muy enfadado,
especialmente con papá o mamá, a pesar de querer estar con ellos. Su ansiedad
tiene que salir por algún lado.
- Tiene pesadillas
por la noche, y puede querer volver a dormir con papá y mamá, si ya dormía
solo.
- Puede sufrir
escapes de pis tanto por la noche como por el día, si ya controlaba.
- Ponerse malito a
menudo es un indicio de que sus defensas estén bajas por el estrés que supone
la separación. Por supuesto puede ser por otras causas.
- En casa no quiere
separarse de mamá, papá o con quien más tiempo pase normalmente.
- Puede sufrir
cualquier retroceso en cualquier aspecto que habían logrado “superar”.
En estos momento, a mi personalmente, me viene bien recordar
esta frase “Quiéreme cuando menos lo merezca porque será cuando más lo
necesite”. Teniendo en cuenta que, y sobre todo en estos casos, los niños necesitan saber que jamás les
dejamos de querer.
¿Y qué puedo hacer par ayudarle?
- Si crees que sólo necesita un poco más de tiempo o te es
imposible sacarle del cole porque trabajas o por el motivo que sea, el cariño es fundamental, siempre
armándote de paciencia.
- Puedes hacer cosas
espciales a la salida del cole, como un momento sólo para vosotros.
- Por supuesto, habla con él lo que haga falta. Tiene que sentirse seguro, que sepa que
tú también le echas de menos, y que siempre irás a buscarle después. Asegúrate
de que le quede claro que el hecho de que le dejes en el cole no significa que
no le quieras. Ten muy presente esto,
porque tú puedes darlo por hecho pero él puede interpretarlo a su
manera.
- Da importancia a
sus juegos, para que pueda sacar también por ahí su enfado, su miedo o
simplemente que pueda integrarlo de esa manera.
- Podéis pintaros besitos para que os tengáis presente uno al otro, besitos pegados. Esta es
una idea que me dio una mamá.
- Si disfruta de alguna actividad del cole, recuérdale todo eso que le gusta de clase.
- Permítele que
exprese cualquier emoción que necesite soltar, aunque no te sea agradable,
sin que eso signifique hacer daño o faltar el respeto. Puedes ofrecerle
alternativas para desahogarse, sobre todo cuando se trata de rabia, como dar
unas carreras antes de ir a casa, gritar (mejor en la calle para que no se
asusten los vecinos), saltar en la cama, guerra de almohadas…
¿Se te ocurre algo más?
A veces la adaptación puede ser dura y afectar a toda la
familia. Nosotros somos los adultos, pero ante unas emociones constantemente
desbordadas podemos sentirnos igualmente desbordados. El hablar con otros
padres, con el profesor y el recordar que sólo necesita compresión y cariño,
puede devolvernos la serenidad.
¿Has notado algún cambio en tu hijo con el inicio del cole?
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