Para los más chiquitines, como he comentado antes, para el invierno sería suficiente con unos calcetines gruesos. En todo caso para quedarnos más tranquilos podríamos ponerles estos zapatitos de suela blanda para salir a la calle.
jueves, 9 de mayo de 2013
Niños descalzos igual a niños más inteligentes
Para los más chiquitines, como he comentado antes, para el invierno sería suficiente con unos calcetines gruesos. En todo caso para quedarnos más tranquilos podríamos ponerles estos zapatitos de suela blanda para salir a la calle.
miércoles, 10 de abril de 2013
De “cuando no quieren andar” a “hemos vuelto a portear”
miércoles, 20 de febrero de 2013
Papá no, papá sí. Ellos también existen
jueves, 29 de marzo de 2012
Los niños no necesitan estimulación temprana
viernes, 16 de marzo de 2012
18 meses
A veces no valoramos el encontrarnos bien tanto física como anímicamente. En momentos como este me doy cuenta.
Hago un paréntesis para contaros que hoy ha sido la primera vez que nos han hecho un comentario irrespetuoso a nuestra lactancia. Estando en el centro de salud una señora que previamente le estaba diciendo a Minerva que se fuese con ella (qué manía, no me parece nada gracioso el que un extraño le pregunte eso a un/a niñ@) al ver que quería teta la ha llamado cochino. Sólo he atinado a decir “¡pero bueno!”, a lo que la mujer ha continuado diciendo que es que era muy mayor, así que le he terminado diciendo que mayor era ella y no mi hija. Ahí me he quedado yo dando teta a Minerva, comiéndome la cabeza de lo que le tenía que haber contestado, cuando al rato me pide disculpas la mujer por si me había molestado ya que lo decía en broma y además pensaba que era un niño (eso es lo de menos). Le he intentado hacer ver que si un desconocido la llama cochina a ella no se lo iba a tomar muy bien, pero le he agradecido sus disculpas.
Es una cabrilla loca, le encanta subirse a todos los sitios ella sola, columpios (da igual que sean de los de mayores, esos que dan vértigo, al menos a mí), mesas, sofás, muebles, y las escaleras, aunque aquí le damos la mano porque se dedica a saltar o ir haciendo el ganso. Tenemos que tener un cuidado, porque en cuanto nos despistamos ya la tenemos subida en algún sitio.
viernes, 14 de octubre de 2011
Una infancia feliz deviene en adultos felices
Hace unas semanas, cuando íbamos bañar a Minerva, se le cayó encima un cubito donde guardamos un par de muñecos de goma para el agua. Nuestro baño es minúsculo y sus juguetes para el baño los tenemos en un cubillo que cuelga de unas barras de la pared para las toallas. Nuestro error fue no preparar el baño, con sus muñecos ya en el agua, como hacemos siempre antes de entrar con la pitufa a la acción. Más que nada fue el susto que se llevó. Y claro, ese día quiso salirse pronto del agua.

viernes, 16 de septiembre de 2011
Su primer añito, nuestro primer año
Acabo de terminar la tarta de cumpleaños para mañana. Ya hice otra la semana pasada, y es que el papá cumplió años el domingo y celebramos tres cumpleaños, el de la tía paterna (los hizo también la semana pasada), el del papá y el de la nena. Mañana lo celebramos de nuevo, con la familia materna, y esta vez si que es su cumpleaños de verdad. Quise hacerle una tarta, además de porque me gusta y me hace ilusión, porque quería que también ella comiera de su tarta, faltaría más. Y gracias a @Mousikh de Una mirada al otro lado, que me dio la idea y me prestó la receta, he hecho estas tartas riquísimas (la semana pasada Minerva se la comió encantadísima), esta última vez con alguna que otra variante. ¡Mañana es el gran día!
No quiero ponerme pesada con lo que hace o deja de hacer mi niña, porque para una madre su hij@ es lo mejor del mundo. Pero hoy, quiero y necesito contárselo al mundo entero, pues me siento muy orgullosa de mi pitufa, qué madre o padre no lo está.
Aunque hace un mes que dio su primer pasito sola, no ha sido hasta hace unos diez días cuando se soltó a andar, es un terremotillo. Que conste que aunque no andase estaría igual de orgullosa y de contenta, pues es igual de normal que anden a los diez meses como a los dieciocho. Pero cuando lo hacen, antes o después, como cada vez que logran hacer algo, es muy emocionante ver cómo han llegado hasta ahí y cómo se buscan sus mañas.
Sólo dice papá y mamá, alguna vez pareciera que ha dicho agua o tetita, eso sí, balbucea todo lo que quiere y más. Hoy en la revisión me decían que no paraba de hablar. Me encanta cuando después de contarle uno de los cuentos blanditos que tiene para el agua, le digo que me lo cuente ella y se pone a parlotear sin parar mientras pasa las páginas.
Le encanta meterse debajo de la mesa, las sillas, la trona, por todos los huecos (a veces luego no puede salir y se enfada), y subirse donde pueda, sobre todo al puf, donde se sienta, se pone encima de pie, se tumba para tirarse por el otro lado…
Y algo que nos dejó perplejos la primera vez que lo hizo fue decirnos que se había hecho caca. Como utilizamos mucho los gestos con ella, cada vez que hace caca le decimos que la vamos a cambiar el pañal porque ha hecho caca y nos damos un el puño suavemente en la cadera, a lo que ella suele imitarnos. El fin de semana pasado, en casa de unos amigos, estaba en la otra punta del salón jugando, cuando me mira y se da con la manita en la parte de fuera de la pierna, así que la miramos el pañal y efectivamente se había hecho caca. No es que lo haga siempre, a veces lo hace cuando se tira unos pedillos, pero con eso ya nos ha avisado más de una vez.
Esta mañana hemos tenido la revisión del año. Nos han dicho que está estupenda, guapísima y enorme (11 kilazos, ya me lo andaba avisando mi espalda, ja, ja), que por cierto todo eso ya lo sabíamos pero nos encanta que nos lo digan. Sólo mencionar, que la vacuna que antes era a los quince meses ahora se pone al año, la triple vírica (sarampión, rubéola y parotiditis); y que a mi pregunta sobre si debía seguir tomando el suplemento de yodo para la lactancia, la pediatra me ha dicho que si, que lo ideal sería todo lo que dure la lactancia o como mínimo los dos primeros años.
Dentro de unas horas Minerva cumple su primer añito con nosotros, aunque conmigo ya llevaba unos meses más. No he dejado estos días de recordar y recordar momentos maravillosos, llenos de magia e ilusión, y también algún que otro momento duro, pero que ahora en la distancia lo recuerdo con la misma nostalgia. El embarazo, en el que a pesar de algunas molestias (normales) disfruté de mi tripa muchísimo hasta el último momento, me parecía increíble tener a mi hija gestándose en mi interior, el milagro de la vida. El parto, tan largo, tan distinto a lo que había imaginado, aunque todo salió bien me hubiese gustado que algunas cosas hubiesen sido de otra manera. A estas horas acabábamos de subir a la sala de dilatación. El hospital, los primeros días con nuestra bebita, los meses que han ido pasando sin tregua, esos días de ensimismamiento, en los que la casa parecía ser diferente, y así era, con otra personita dándole la bienvenida. Y a día de hoy, habiendo atravesado momentos duros que siempre se superan, habiendo disfrutado al máximo de mi hija, siendo testigo de todos sus pequeños grandes avances (últimamente no tan pequeños), de todo su mundo, a día de hoy, me siento feliz de ver a mi niña crecer, de todos los cambios que hemos ido atravesando, tanto físicos como psicológicos. Es lo mejor que me ha pasado nunca. Es una personita maravillosa, que llegó a nuestras vidas como el mejor de los regalos, y a la que debo tanto, porque me ha mostrado tanto… de ella, del mundo, de mí misma, y todavía nos queda mucho por seguir aprendiendo.
Además, una cosa que a veces se nos olvida, es que también dentro de muy poquito es nuestro primer año como mamá y papá. Soy madre, y no puedo concebir mi vida sin esa condición. Hace un año renací como persona, como mujer, gracias a mi hija he conectado con partes de mí que creía olvidadas y he descubierto facetas mías que desconocía por completo, gracias a mi hija me esfuerzo cada día por ser mejor persona.
Felicidades mi amor
lunes, 23 de mayo de 2011
Mentiras

He leído últimamente sobre las mentiras que nos dicen nuestr@s hij@s, o lo que es peor (al menos bajo mi punto de vista) las mentiras que les decimos nosotros a ell@s, por cierto que buscando y buscando más información sobre padres mentirosos parece que no se escribe tanto sobre este tema, será que no interesa. Pero a mí si me interesa y mucho.
Lo primero es que los niñ@s como mejor aprenden es con el ejemplo, y si ven a sus padres mentirles a ell@s o a cualquier otra persona pues muy buen ejemplo no les están dando. Para colmo luego les molestará que sus hij@s vayan por ahí contando mentiras.
Luego me planteo, ¿qué confianza les estamos transmitiendo a nuestr@s hij@s cuando les prometemos algo que luego no cumplimos o les contamos milongas que terminan descubriendo tarde o temprano? Yo si descubro que alguien me miente desde luego mucha confianza no me va a dar, la próxima vez no me fiaré ni un pelo.
Tenemos un nene muy cercano, de cinco años, que muchas veces cuando le dices algo parece no creerte. Yo me preguntaba el por qué de tanta desconfianza, hasta que empecé a fijarme en la cantidad de mentiras (o mentirijillas, como dirían sus padres y abuelos) que le dicen para conseguir que actúe como ellos quieren. “Venga, termínate la manzana y luego vamos al parque”. Cuando se la termina y se da cuenta de que lo del parque era sólo una estratagema, entra en cólera, y encima es un niño malo por portarse mal. “Ahora cuando vayamos a montar al autobús si te preguntan les dices que tienes tres años (para no pagar)”. “¡Pero yo no tengo tres años!”. Le están incitando a mentir y además esto termina provocándole confusión. Lógicamente estos mismos adultos se enfadan o le recriminan cuando le pillan en una mentirijilla. ¿Qué conclusión va a sacar este niño de todo esto?
Temo el día en que pretendan hacernos partícipes de esas mentiras, preguntándonos también a nosotros para que asintamos y terminemos de convencerle de esas patrañas que cada vez les cuesta más meterle. Pues ese día me mirarán con mala cara cuando no quiera entrar en el juego.
Cuando veo estas escenas me parecen fatal y pienso que yo jamás haré eso con mi hija. Espero no caer jamás ni en la más inocente o piadosa de las mentiras.
El colmo es cuando recurrimos al miedo para intentar convencerles. “Que viene el coco”. “No te voy a querer si…”, etc. Aquí estamos jugando con sus sentimientos, su miedo al abandono. Me parece muy cruel, quiero pensar que quien dice esto a un/a niñ@ no es del todo consciente de las sensaciones que le está creando.
Luego, cuando comienzan a hablar y a preguntarnos, algunos no paran, quieren saberlo todo (esa sana curiosidad de los niñ@s por saber y descubrir), es conveniente contestarles siempre (a nadie le gusta que pasen de él/ella), de forma que ell@s entiendan lo que les explicamos y con sinceridad. A veces pensamos que no tienen edad para contarles ciertas cosas o no sabemos sobre lo que nos preguntan. En el primer caso, si un/a niñ@ pregunta algo es porque ya está preparad@ para la respuesta (siempre habrá que adecuar nuestras palabras a su edad); y en el segundo, si no sabemos algo, antes de inventárnoslo (los papas siempre lo sabemos todo) les podemos decir que como se lo queremos explicar bien se lo contaremos dentro de un rato, y una vez que nos hayamos informado al respecto podremos resolver su duda (y la nuestra).
A pesar de ser padres coherentes, que enseñamos a nuestr@s hij@s que no se dicen mentiras no diciéndolas tampoco nosotr@s, l@s niñ@s, pueden empezar a inventarse cosas, que no siempre tienen por qué considerarse mentiras. Parece que es a partir de los seis años cuando toman más conciencia de la realidad y de los beneficios que pueden obtener a través de la mentira. Os dejo un artículo, que me ha parecido bastante interesante, donde nos dice las causas por las que nuestr@s hij@s pueden mentir y cómo sería conveniente enfrentarnos a este tema.
martes, 5 de abril de 2011
Mi maternidad en 3 fotos
"Mi maternidad en 3 Fotos es un carnaval de
blogs, iniciado por Amor Maternal, que nos invita a ilustrar en tres imágenes, los momentos que más nos han marcado y que nos definen como madres. Cada una elige si compartir imágenes del embarazo, del parto, dando el pecho, durmiendo, abrazados, jugando, o llevando a sus hijos en portabebés, etc. "
Me ha sido difícil elegir sólo tres. Una de las que más me gustan es con Minerva mamando, pero ya la tengo en mi perfil de facebook para quien la quiera ver. Y en mi post de porteo también tengo alguna con la nena colgadita de mamá. Así que aquí os dejo un pequeñísimo resumen de mi maternidad.
Con treinta y siete semanas de embarazo papá se solidarizó con mamá sacando tripa (parte era suya, para qué os vamos a engañar):
Los primeros días. Mamá achuchando a su nenita y preparándola para el baño:
Minerva comiéndose la barbilla de mamá, le encanta. He de decir que esta fotografía la tomó su tía y está orgullosa de ella (de ellas, mejor dicho):
jueves, 24 de marzo de 2011
Libertad para gatear, libertad para caminar
La casa de mis padres, donde he vivido toda la vida (hasta que conseguí emanciparme), tiene suelo de parquet. Estos suelos son cálidos y acogedores, y cuando caminas descalzo sobre ellos no transmiten sensación de frialdad. A pesar de ello, cada vez que mis padres me pillaban andando descalza, me llamaban la atención.
Siempre me ha gustado andar descalza por casa, no sabría decir muy bien por qué, quizás por la sensación de libertad, el contacto con el suelo... ¿Qué mejor manera de tener los pies en la tierra?
Recuerdo cuando de niños salíamos mis primos, mi hermana y yo, junto a un tío nuestro, al campo a pasesar, y este tío se quitaba los zapatos y los calcetines y nos invitaba a los demás a hacerlo, con el argumento de sentir la naturaleza bajo nuestro pies y sobre todo para estar más en conexión con la tierra. Nosotr@s divertid@s le imitábamos y andábamos como podíamos sobre la arenilla, los bichos, la hierba y las piedrecillas. Nos encantaba, por lo menos a mí.
A mi compañero de ruta y papá de Minerva también le encanta andar descalzo por casa, ya sea invierno o verano, y es que en nuestra casa tenemos el suelo de gres que es más frío. Ya sea con calcetines o sin ellos anda más feliz que una perdiz. Así que doy por hecho, lo mismo me equivoco, que a Minerva también le gustará y aprovechará a andar descalza siempre que pueda.
Todo esto viene para contar la necesidad de que a los bebés se les deje libertad en sus piececillos para moverse. Hasta que no andan no tienen ninguna necesidad de llevar zapatitos de ningún tipo. Que sí, que quedan muy monos, pero a ellos no les sirven para nada, en todo caso les añade un peso a sus diminutos pies, en detrimento de su movilidad. A través de sus pies los bebés obtienen mucha información y según van creciendo son de mucha utilidad en su desarrollo psicomotor, pues son fundamentales para el gateo y sus posterior caminar. Si calzamos a un bebé que está en proceso de gateo le estamos impidiendo desarrollarse con naturalidad y soltura, pues no permitimos el movimiento y la ayuda que le proporcionan sus deditos para tal actividad, le impedimos aprender de su propio cuerpo (cuando se llevan los pies a la boca) y del entorno. Lo cuenta muy bien el artículo titulado “Bebes descalzos, bebés felices”: ...el niño juega con sus pies y eso estimula su desarrollo, porque permite la maduración del sistema nervioso y favorece el control neuromuscular, el desarrollo intelectual y las habilidades sociales...
En Bebilandia también nos aconsejan: Caminar descalzo o con medias es beneficioso porque da mayor seguridad y equilibrio, el pie crece normalmente y desarrolla musculatura, fuerza y fortalece la acción de agarre de los dedos.
Nunca hay que forzarles a hacer algo para lo que no están preparados, y ponerles de pie sin haberlo hecho por ellos mismos puede causarle daños en su musculatura. A Minerva, cuando se la coge en brazos, le gusta estar en posición vertical, otra cosa es dejarla apoyada y que recaiga todo su peso en sus pies y sus piernas todavía inmaduros. Cada vez que la cogen y la dejan así (de esa manera el adulto no tiene que aguantar sus siete kilos y pico, para eso que lo aguante ella) me entran los siete males, pero esa ya es otra historia.
A pesar de vendernos zapatitos blandos para bebés que todavía no andan, tales no son adecuados para ell@s. ¿Qué necesidad tenemos de calzar a un bebé dentro de casa? Con un pijamita entero o unos calcetines en invierno es suficiente. Y para salir a la calle, cuando hace frío, podemos ponerles unos calcetines gruesos (existen también calentadores para bebés), que les complementará el saco, la mantita o el buzo donde les llevemos.
Existen unos zapatos de piel, especial para bebés, flexibles, blandos y antideslizantes que se adaptan a sus pies como una segunda piel. Los hemos visto de la marca pitter patters y shooshoos (no me gusta hacer publicidad, pero es por si alguien conoce algunos otros). Estos últimos son los que le hemos comprado a Minerva, para cuando empiece a ponerse de pie y estemos fuera de casa.
jueves, 17 de marzo de 2011
6 Meses
Parece mentira, pero mi niña ya tiene seis meses, medio año. Aunque en realidad tiene quince meses de vida, desde que fue concebida. Recuerdo cuando estaba de seis meses de embarazo, con una tripa ya considerable, y lo que disfrutaba con sus pataditas, sus movimientos, cuando papá pegaba el oído y escuchaba el retumbar de su corazoncito… ¡Ay! Qué nostalgia me entra. Cuando me preguntaba cómo sería, su carita, su carácter, y ahora han pasado ya seis meses y aquí la tengo, preciosa, sonriente, sin parar de moverse, intentando coger todo lo que tiene cerca, mirándolo todo curiosa, contándome cositas en su lenguaje particular.
Creo que en el primer año de vida cada mes es como si fuese su cumpleaños, ¡ya tiene un mesecito!, ¡ya tiene tres meses! ¡Madre mía, ya tiene medio añito! No puedo evitar preguntarme cómo será dentro de seis meses más. Pero quiero ir despacio, disfrutar de cada momento con ella (aunque no voy a negar que a veces querría que algunos momentos de “crisis” pasasen rápido), porque no volverá a tener nunca esta edad, y hay que aprovechar cada ratito con ell@s. Además ya se sabe que cuando se disfruta el tiempo parece acelerarse.
Ha cambiado tanto mi vida en año y medio… A veces echo de menos quedarme por la noche viendo una película (si quiero dormir algo no me lo puedo permitir), ver un poco más a mis amigos (aunque l@s niñ@s no son excusa para no vernos), tener un poco más de tiempo para descansar… pero en general no echo de menos mi vida anterior, más que nada porque no concibo mi existencia sin mi tesoro. No sólo te cambia la forma de organizarte sino la manera de ver las cosas. A pesar de creer tener claros algunos asuntos referentes a l@s niñ@s Minerva me ha abierto los ojos en muchos aspectos; ha hecho que lea e investigue para estar bien informada y al mismo tiempo comprenda que el instinto de una madre es esencial; ha hecho que nos pongamos en contacto con otras mamás y otros niñ@s, asistiendo a grupo de apoyo, con lo vergonzosa que yo soy; ha logrado que descubra facetas mías que desconocía y ha hecho aflorar otras que reprimía. Puedo aseguraros que cada día aprendo algo nuevo, de ella y de mí.
Ella es el origen de este espacio que de vez en cuando comparto con vosotr@s.
viernes, 24 de diciembre de 2010
3 meses

Siempre ha estado muy despierta, pero ahora esos ojazos no dejan de observarlo todo, curiosa, te busca con la mirada.
La sonrisa ha pasado de ser un mero reflejo a ser una sonrisa en toda regla dedicada especialmente a nosotros, o a todo aquel que le obsequie con unas palabras amables. Incluso a veces acompañada ya de un “je”, aperitivo de lo que dentro de poco será su contagiable risa.
Sus manitas, que ya desde el principio agarraban dulce e inconscientemente mi dedo mientras mamaba, ahora empiezan, también curiosas, a agarrar o intentar agarrar todo lo que pillan cerca. Zarandea a su amigo el elefantito en la cuna; se engancha al pelo como un monito; entrelaza sus manitas (llevándoselas en ocasiones a la boca como si estuviese muerta de hambre); se sujeta a su ropita, a la nuestra, o a las sábanas como si eso le hiciese sentir más segura… Incluso cuando estoy, como ahora, con ella sentada conmigo frente al ordenador, parece que le gusta eso de apretar ella las teclas.
Sus pequeños soniditos van dejando paso a un parloteo de lo más lindo, siempre y cuando no suceda a las dos de la mañana. Dice ajo cuando quiere, intenta decir cositas que la verdad no sabemos muy bien qué y como parece que le gusta oírse pues se dedica a gritar, que debe hacerle mucha gracia a ella.
Ahora se despierta más por la noche, que aunque sabemos que es lo normal, no quita que te fastidie. Y las tomas, pues mareada me tiene, que aunque igualmente sabemos que es normal, tan pronto está todo el día enganchada a la teta como al día siguiente parece que apenas tiene hambre.
Pues eso, mi nena es una caja de sorpresas. Le queda tanto por aprender… y a nosotros con ella.