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jueves, 13 de agosto de 2015

Parto disfrutado: nuestra experiencia

Desde que nació mi segunda hija, hace ya dos semanas, estoy deseando contar a quien lo quiera oír la historia de nuestro parto. Y es que fue el parto que quería: respetado, disfrutado, mamífero, intenso, maravilloso, oxitocínico… Y por eso no puedo evitar contar nuestra experiencia a los cuatro vientos.

Me habían intentado “bien aconsejar” que era mejor no tener expectativas, por si algo no salía “bien” o como yo quería, para así no llevarme un disgusto. Como si las cosas no tuvieran por qué ir bien. No me canso de repetir que si se permite que el parto lleve su curso este sucede de manera fisiológica. Claro que puede surgir alguna complicación, como todo en esta vida. Se trata de saber qué complicaciones pueden darse y sólo en esos casos intervenir.

Este parto ha sido totalmente diferente a mi primer parto, como lo está siendo nuestra lactancia y mi puerperio. Saber lo que es un parto fisiológico, lo que se necesita para que todo fluya, confiar en mí y en mi bebé, y tener muy claro cómo quería que fuese nuestro parto, han sido las claves para que la llegada de mi pequeña viniera cargada de un torrente hormonal bestial.


Nuestro parto…

Un mes antes de dar a luz venía teniendo contracciones de Braxton Hicks bastante frecuentes. De hecho de vez en cuanto tenía alguna contracción dolorosa. Era consciente de que mi cuerpo se iba preparando. Una semana antes también venía notando cómo el cuello del útero iba abriéndose poco a poco.

Reconozco que no esperaba que fuese un parto tan rápido. Pensé que comenzaría con contracciones irregulares y que poco a poco se irían volviendo más regulares y frecuentes. Pero mi cuerpo llevaba ya semanas preparándose para ese día. Así todo pareció acelerarse.

En la semana 39+5, a las cuatro de la mañana me despertó una contracción dolorosa. Me había dormido sobre las 2 (mis extraños horarios durante el embarazo para conseguir lograr el sueño), así que estaba cansada y no le di demasiada importancia. Quería seguir durmiendo. Pero aproximadamente a los 13 minutos tuve otra, y así otra y otra, cada vez con menor intervalo entre contracción y contracción.

Cuando llevaba una hora con contracciones, que ya eran cada 7 minutos, decidí que era hora de despertar a mi pareja y llamar a los abuelos para que viniesen a recoger a Minerva. Así mientras, fuimos preparando la maleta para mi niña y terminando de preparar las cosas para el hospital.

Cuando venía una contracción dejaba lo que estaba haciendo, me iba a la habitación a oscuras y allí de pie y apoyada en la cama atravesaba la contracción. En mi primer parto no tuve descanso entre contracciones, porque intentaba evitar el dolor y la contracción. Por eso esta vez sentía cierta fascinación en cómo la contracción venía, subía la intensidad del dolor y luego bajaba y volvía la calma. Me gustaba centrarme en esa calma de endorfinas.

Minerva se despertó contenta de que viniesen a buscarla los abuelos, todavía de noche. Estaba tranquila, nosotros también lo estábamos. Se despidió y se fue serena, sabiendo que en poquito tiempo nos volveríamos a ver y podría conocer por fin a su hermana.

A las 6 decidimos que era hora de ir al hospital. La verdad es que me parecía que todo iba tan rápido que no podía ser posible. No me estaba dando tiempo a hacerme a la idea, a pesar de los nueves meses de espera. Además estaba cansada y sólo me apetecía dormir.

En el coche las contracciones fueron flojitas. Pero al bajar, con el cambio de postura, las contracciones se intensificaron, ya eran cada 3-5 minutos. Yo me tomaba mi tiempo para moverme andando.

Dejé que la matrona me explorase en el potro porque acaba de pasar una contracción, pero justo me vino otra. En esa postura solo atinaba a pensar que estaba en un potro de torturas, como su imagen siempre me había sugerido. La matrona espero a que pasase la contracción. Nos dijo que estaba de 6 cm. por decir algo, ya que en cuanto apoyase la cabecita nuestra pequeña estaría con nosotros. Esas fueron sus palabras.

Una vez entregado el plan de parto a la matrona, esta no nos puso ninguna pega. Algunas de las cosas que especificamos fueron que no quería que me pusiesen vía por protocolo, que el monitor fuese intermitente para poderme mover con libertad y que como queríamos que el parto fluyese por si solo quería que el alumbramiento fuese espontáneo (sólo quería que fuesen nuestras propias hormonas las que nos inundasen).

La subida (una planta, en ascensor) a la sala de dilatación-paritorio se me hizo eterna, ya que me iba parando cada dos por tres según venía la contracción. Ya para entonces iba  en mi mundo, concentrada. Apenas me enteraba de lo que pasaba a mi alrededor.

La matrona me recordó y ofreció la posibilidad de terminar la dilatación en la bañera, que el hospital disponía para tal uso. Lo pensé unos instantes. En otras circunstancias me hubiese parecido una gran idea. Pero en esos momentos no me apetecía el simple esfuerzo de meterme dentro y tener que volver a salirme si no estaba cómoda.

Una vez en la sala me coloqué a los pies de la cama, para apoyarme cuando me venían las contracciones. Mientras, la matrona aprovechó para monitorizar unos minutos a nuestra pequeña. Estaba muy cansada, así que me subí de rodillas a la cama, pero así no estaba cómoda. Estaba tan cansada que me tumbé de lado. Quería dormir, pero las contracciones eran muy seguidas

Tenía mucha sed. La matrona me preguntó si prefería agua o un aquarius. Preferí el refresco y a sorbitos de vez en cuando me lo fui bebiendo. Durante la dilatación la matrona nos dejó a ratos solos. Recuerdo que en algún momento me dijo que lo estaba haciendo muy bien.

En esas estábamos cuando vino una gine a decirme que respetaban mi decisión de no ponerme vía pero que ella tenía que informarme que consideraba que era mejor ponérmela. Todo esto en una contracción. Al principio pensé: “uy, una gine, fuera”. Luego ya sólo pensaba: “¿pero alguien la está haciendo caso?”. E igual que vino se fue. Este recuerdo de la mujer hablando “sola” me ha hecho reírme mucho después.

Las contracciones eran cada vez más seguidas e intensas. Y comenzaba a tener unas potentes e irracionales ganas de empujar. Una sensación nueva para mi, nuestro anterior parto fue vaginal pero "anestesiado". Además notaba cómo se abría el canal de parto y sentía como si algo fuese a estallar. Y así fue, la bolsa se rompió y el líquido amniótico salió disparado en todas direcciones.

La matrona, muy bajito, me dijo que tenía que decirme algo. Yo ya sabía lo que era. El líquido estaba teñido de meconio. Le pregunté si la aspirarían y me dijo que si. No me hizo gracia, pero la verdad es que se me olvidó rápido. Las contracciones eran cada vez más intensas. Me hubiese gustado cambiar de postura, pero ya no podía moverme.

La sensación de pujo era cada vez mayor. Yo gritaba en cada contracción al mismo ritmo, iba ascendiendo y luego bajaba. Y en una de ellas salió su cabecita. La toqué, blandita y mojada… Me emocioné. Fue un subidón y un chute en todos los sentidos. La siguiente contracción no se hizo esperar, más intensa aún. Yo resoplaba jadeante. Entonces la matrona me animó a soplar, tranquila, y mi niña salió al mundo, maravillosa.

La fui a coger, pero primero tuvieron que quitarle un par de vueltas de cordón, una alrededor del cuerpo y otra de cuello. Entonces ya si estaba conmigo, sobre mi pecho, húmeda, calentita, blandita, perfecta y con un olor que no olvidaré nunca. Y ahí, encima de mí, volvió a hacer caca y pis, a gustito con mamá.

Luego me di cuenta de que al final no había hecho falta aspirarla. Habían entrado algunos pediatras en la sala, cosa de la que ni me enteré. No vieron necesidad de aspirarla, ya que había comenzado a respirar por si misma.

Una vez que el cordón dejó de latir el papá lo cortó. Al ratito sentí de nuevo una pequeña contracción y ganas de empujar. Salió entera la placenta, que la matrona nos mostró y explicó brevemente.


El cansancio había desaparecido. Tenía a mi pequeña en mis brazos cuatro horas después de haber empezado a sentir las primeras contracciones esa madrugada. Todo estaba bien, todo había salido como queríamos y a pesar del dolor de las contracciones había disfrutado intensamente de nuestro parto. Así estábamos, hinchadas de oxitocina. Y así estaba (estoy), enamorada hasta las trancas de mi pequeña duendecilla, embobada con sus ruiditos, sus caritas, su olor, su piel y toda ella.

Mi pequeña se enganchó al pecho al poquito de nacer y así estuvo hora y media sin parar de una y otra teta. Y ese tiempo después sin ayuda me levanté como si tal cosa a lavarme un poco el meconio que se nos había quedado pegado a las dos. Cuando vinieron los celadores a subirnos a planta se sorprendieron de verme tan estupenda recién parida. Y es que así es como me sentía, enérgica y feliz.

Antes de subir a planta la matrona, ya vestida de calle, vino a despedirse de nosotros. La verdad es que me gustó mucho cómo nos respeto y acompañó en todo momento. Toda una profesional.


Otras cuatro horas después, ya en planta, pudimos estar los cuatro juntos. Queríamos que Minerva fuese la primera en conocer a su hermanita y así fue. Estaba deseando cogerla, darle besitos y tocarla. Y a mi se me caía (cae) la baba con las dos así.



Si la información te ha resultado interesante o útil te invito a seguirme en facebook. Si tienes alguna duda puedes escribirme a info@soniandoduendes.com.

jueves, 14 de junio de 2012

No vengáis a visitarme por mi nacimiento


Mi hija nació un viernes de madrugada. Justo a las puertas del fin de semana, cuando más posibilidades había de que la gente se animase a hacer las visitas pertinentes para conocer a la nueva personita que había llegado. Tuvimos suerte y la verdad es que se repartieron bastante bien durante todo el viernes y el sábado por la mañana. El sábado por la tarde ya fue otra cosa. Se juntó más gente de la que cabía en una habitación de hospital, y aunque algunos se salían para que entrasen otros, llegó un momento en que era un poco agobiante, y además hubo algún familiar entrometido que quería coger a la niña justo cuando me disponía a darle el pecho (no se lo permitimos, bastante teníamos ya) o que se creía con derecho a ser el único protagonista poniéndose delante de nosotras (tapando la vista a los demás) y acercándose hasta el punto de invadir nuestro espacio.

En aquellos momentos no fui consciente de muchas cosas, pero con el tiempo me he dado cuenta de que si se volviese a repetir cambiaría muchas cosas, por no decir que lo cambiaría todo.

Recuerdo en la preparación al parto cuando la matrona nos animaba a darnos cuenta de que estábamos en nuestro derecho a decir “no” a familiares y amigos, en todas las situaciones que así lo considerásemos. Poner límites, y no me refiero a niños, que parece que esta palabra va asociada a ellos, sino a los adultos que se creen con ciertos derechos por el simple hecho del nacimiento de alguien cercano.

Cuando nace el bebé de alguien a quien apreciamos nos gusta ver a ese nuevo ser tan pequeñito y dar la enhorabuena a los felices padres, pero parece que algunos se lo toman como un derecho, como si los padres tuviesen la obligación de aguantar todas esas visitas sin rechistar, sin importar si están cansados, sin importar que tanto jaleo afecte al bebé, sin importar que todo el mundo quiera coger al bebé, y dejarse hacer porque claro, a la gente le hace mucha ilusión. Y cuidado, que no estoy diciendo que a los padres no nos guste que nuestros seres queridos (y no tan queridos, porque en esas situaciones a veces se apunta hasta el panadero) quieran conocer a nuestro pequeño retoño y se preocupen por la nueva familia.

Quien quiera y esté cómodo en esa situación me parece bien. Pero hay que tener en cuenta que los bebés se estresan, se agobian y se asustan, porque lo único que precisan y quieren es estar cerquita del pecho de mamá, que es lo más reconfortante y familiar, después de haber llegado hace poquitas horas a un mundo desconocido, lleno de luz, ruido, frío y sin ese alimento y abrazo constante al que estaban acostumbrados.

Por eso yo, si vuelvo a dar a luz en un hospital, lo más seguro es que o bien restrinja las visitas o simplemente no avise hasta que estemos tranquilamente en casa. ¿Que habrá gente que no lo entienda e incluso gente a la que le moleste? A mi lo que me importa en esos momentos es mi bebé, no el que dirán. Si son adultos respetuosos entenderán que es nuestra decisión.

Tengo que decir que nosotros estuvimos solos en la habitación, si hubiese habido otra familia la cosa seguramente hubiese sido más agobiante (para nosotros y nuestro bebé). Y si en ese futuro imaginado tuviésemos que compartir habitación pues lógicamente tendríamos que aceptarlo, pero siempre pidiendo en la medida de lo posible un mínimo de tranquilidad.

Cuantas mamás somos las que estamos agotadas, no hemos dormido apenas, y justo cuando nuestro bebé duerme y podemos aprovechar para descansar, tenemos que atender las visitas de turno. Y ya no hablo de las visitas de las enfermeras (daba igual si era de noche y dormías plácidamente), pediatras y ginecólogos, que esa es otra historia. O cuando desbordada, llena de inseguridades, intentas poner a tu hija al pecho, pensando que eres una mujer a la que no le da vergüenza nada y te da igual quien haya en la habitación, pero estás nerviosa, y cada familiar, cada amiga y cada enfermera que entra intenta ayudarte (en la mayoría de las ocasiones sin tú habérselo pedido), pero resulta que cada una te dice una cosa distinta e incluso sientes que se toman demasiadas confianzas, por mucha confianza que tengas, pues en esos momentos tu bebé es tu cachorro y tú una mamá leona celosa de su espacio. ¿Quién me dice que si no hubiésemos estado más tranquilos mi hija hubiese salido del hospital enganchada al pecho? Nunca lo sabremos, y ya da igual, porque al final logramos nuestra deseada lactancia, pero ahora soy consciente de que hubiese podido hacer otras cosas si hubiésemos estado en un ambiente más relajado, sin miradas ni comentarios bienintencionados pero que interferían irremediablemente en nuestra relación.

Tenemos todo nuestro derecho a cambiar de opinión y hacer lo que mejor nos parezca para nuestro bienestar y especialmente el de nuestro bebé. A punto de nacer mi hija decidimos que preferíamos tener todas las visitas en el hospital para luego estar más tranquilos en casa, pedimos a la gente un par de semanas (a excepción de los abuelos y la tía maternos, que se pasaron algunos días por casa, aprovechando la visita siempre para echar una mano) para estar tranquilos y hacernos a la nueva situación y conocernos, antes de venir a visitarnos. Parecieron aceptarlo bien. En ese futuro imaginado lo que pediría es que no nos visitasen (incluido el hospital) hasta que nos hubiésemos hecho con la situación, mas o menos tranquilos, sin interrupciones de ningún tipo ni comentarios desafortunados.

Así es cómo yo lo siento. Me da igual si habría alguien que no lo entendiese o se molestase (en ese caso me atrevo a decir que entonces mejor todavía no tenerlos muy cerca), sería nuestra decisión.

martes, 7 de junio de 2011

Restaurar el paradigma original


Hoy, 7 de junio, se celebra el “Día Mundial de los Derechos del Nacimiento”. El objetivo es que la sociedad sea consciente de que el nacimiento es un hecho crucial en la vida de todo ser humano.

En muchos centros y asociaciones hoy se emite el documental “Restaurar el paradigma original” de Nils Bergman. Elena, de Monitos y Risas, y Eloísa, de Una Maternidad Diferente, lo proyectarán de 17.30 a 20.30 en Cucú-tras.

La asociación El Parto es Nuestro y La Plataforma pro Derechos del Nacimiento han puesto en marcha la campaña “Ponte en su piel” para difundir dicho documental, con el fin de que consigamos de una vez por todas que nuestros partos sean respetados y que se respete igualmente el vínculo madre-hij@, evitando su separación tras el parto. Entrando en la página del Parto es Nuestro podéis ver todas las proyecciones que tienen organizadas tanto en España como en otros países.

Como en su día ya os hablé de este documental y os lo subí al blog para quien lo quisiese ver, aquí os dejo el enlace a esa entrada para quien le interese volver a verlo. Merece la pena.

jueves, 19 de mayo de 2011

María Jesús Blázquez: Gestación, Parto y Nacimiento: Comienzo y Necesidades de la Maternidad





Dentro de la semana mundial del parto respetado y del primer ciclo “Conociendo a nuestros hijos” organizado por la asociación Besos y Brazos, tuvo lugar, el sábado pasado, la conferencia de María Jesús Blázquez, “Gestación, Parto, Nacimiento y Necesidades de la Maternidad.


Aunque nos fue imposible asistir a esta segunda conferencia, gracias a mis fuentes (Tándem 579) puedo haceros un resumen, aunque no sea tan exhaustivo como el de la conferencia de Carlos González.


María Jesús Blázquez es una de las fundadoras de la asociación Vía Láctea, pioneras en lactancia y crianza consciente, hace ya veinticinco años. Esta mujer es, además, bióloga, profesora y madre.


Durante toda la conferencia hizo referencia a otras asociaciones y otras personalidades que han ayudado mucho y siguen ayudando a que este proceso (gestación, parto y nacimiento) sea respetado, tenido en cuenta y valorado como se merece, como es el caso de El parto es nuestro.


Las mujeres, como mamíferas que somos, necesitamos de compañía en este proceso, siendo fundamental el cambio que ha dado el papel del padre. Necesitamos de otras mujeres, intercambios en círculos que dice María Jesús, para ayudarnos, aprender, acompañar y compartir mutuamente.


Se trata de volver a recuperar lo natural, y esto es debido a que a lo largo de la historia, en las investigaciones, nunca se ha tenido en cuenta ni a las madres ni a los bebés. Y esto tiene que cambiar.


Isabel Aler “La lactancia es el acto político de insumisión”.


Michel Odent “La relación con la Madre y la relación con la Madre Tierra son dos aspectos de un mismo fenómeno”


Tampoco se ha tenido en cuenta la perspectiva del hábitat desde el punto de vista de la ecología. Hay que preparar el hábitat, ya antes de la concepción, la comida, el ambiente, las emociones, los pensamientos. Todo influye desde el momento de la preconcepción (problemas para concebir) y la concepción (la epigenética está demostrando que no somos esclavos de nuestros genes, sino que el ambiente es el desencadenante).


Nuestro primer hábitat es el útero materno. La diferencia en tener un parto gozoso o traumático está en nuestro útero, pues durante siglos muchos úteros han sido espásticos, es decir contraídos, rígidos, y por eso el parto ha sido doloroso, provocado por el miedo. Pero se sabe que existen partos orgásmicos, donde el útero es elástico y flexible. Este es el secreto mejor guardado. El movimiento del útero durante el orgasmo y durante el trabajo de parto es el mismo. La recuperación del útero, por tanto, vendrá a través del orgasmo, del cambio de actitud hacia el placer y del conocimiento de su función. Aquí Mª Jesús mencionó a Casilda Rodrigañez y su libro Pariremos con placer. El parto es un acto sagrado, se trata de la llegada de un nuevo ser.


Wilhelm Reich “La civilización comenzará el día en que la preocupación por el bienestar de los recién nacidos prevalezca sobre cualquier otra consideración”


En el nacimiento el hábitat es también importantísimo. Hay que cuidar el nicho ecológico, los derechos tanto de la madre como del bebé. Que no os separen es una asociación que lucha por defender estos derechos. También Nils Bergman, en el documental “Cuidados madre canguro. Restaurar el paradigma original” habla de la importancia de preservar el hábitat.


Se sabe que a menos cuidados en la infancia y posterior represión de la sexualidad, deriva en grupos más violentos. Por el contrario, el amamantamiento, es decir, mayor prolactina y oxitocina, produce una transformación en la mujer que contribuye a cambiar el mundo.


Satish Kumar “Una declaración de dependencia: Una era de ecología está amaneciendo y una conciencia nueva está naciendo. Tras las múltiples crisis medioambientales, estamos redescubriendo la antigua sabiduría de que dependemos el uno del otro, y también de la naturaleza. Dependemos de la Tierra”.


Por último, entre otras, nombró a Concepción Colomer, como agradecimiento por su contribución al cambio en las políticas sanitarias.


Estoy segura de que cuando tengáis la oportunidad de ver el vídeo de esta conferencia podréis sacar mucho más jugo y reflexionar sobre todo lo que se dijo, que no fue poco.

viernes, 6 de mayo de 2011

Quiero profesionales formados e informados

En un grupo de apoyo se preguntó por qué hay tantas diferencias de diagnóstico entre unos pediatras y otros. La respuesta fue que hay pediatras que terminaron la carrera y ahí se quedaron, y otros que se han preocupado por seguir formándose.

Creo que debería ser obligatorio que personas que se ocupan de la salud de otras se reciclen y se pongan al día de los nuevos estudios y nuevas evidencias.

Hace unos meses una conocida tuvo un bebé prematuro. Todo fue estupendamente y antes de que nos diéramos cuenta ya la tenían en casa. Consiguió darle el pecho, además sin problemas, y me alegré mucho, porque si la leche materna es el mejor alimento para un bebé a término, para una prematura es todavía más importante. Y así estaban, engordando estupendamente. Hasta que en la última revisión al pediatra resulta que le dicen que le tiene que dar una ayuda. ¿Una ayuda por qué? ¿Para qué? Si la niña está estupenda y ha llevado un ritmo adecuado. Es que la mamá no tiene mucha leche, me decía un familiar. ¿Ah, no? ¿La niña ha ido cogiendo entonces peso por obra divina? Es que se queda con hambre, me seguía diciendo. Pues que la ponga al pecho otra vez. Bueno, es que la mamá está muy cansada…

Por un lado está el pediatra que recomienda algo que no entiendo, si de verdad pensase que necesita más, pues le podía haber recomendado ponerla más al pecho, ¿no? Además hay que dejar claro que una ayuda es, primero le doy el pecho y luego le doy la ayuda de leche artificial o leche que se ha extraído previamente la madre, sin saltarse ninguna toma, porque claro, si lo que mamá quiere es que papá le dé un biberón para ella poder dormir más… así sí que se va a quedar sin leche. Así que por otro lado tenemos a una madre que quizás estaba deseando que su pediatra le recomendase el bibe, pero seguramente sin conocerse exactamente en lo que eso derivará, niña destetada antes de tiempo.

¿Es posible que algunos padres de a pié sepamos más sobre lactancia que algunos pediatras, matronas, etc? A mí personalmente me parece indignante.

No entiendo como en esta era en la que estamos, en la que tenemos acceso a la información, en la que se realizan estudios completos y fiables, seguimos con mitos y leyendas que empezaron a forjarse a principios del siglo pasado. Y lo peor es, como he dicho, que las personas que supuestamente deberían saber más que nosotros, que para eso han estudiado y tienen un puesto que vela por nuestra salud y bienestar, no tienen ni idea (algunos, no me gusta generalizar). ¿No interesa que estos profesionales, que se ocupan de la salud de nuestr@s hij@s desde su nacimiento, estén totalmente informados y formados, para que a su vez nos puedan informar y tratar a sus pacientes de forma adecuada y veraz, y no mediante creencias, opiniones o estudios obsoletos?

¿De quién depende esto? Porque me estoy acordando de las geniales declaraciones que nuestro ministro de trabajo e inmigración, Valeriano Gómez, hizo hace unos días: "Si tuviera que elegir una sola medida por encima de todas las demás para estimular la igualdad y, al mismo tiempo, la eficiencia de una economía, la capacidad, la producción y la riqueza a medio y largo plazo, esa sería que todos los chicos pudieran estar escolarizados inmediatamente después de su nacimiento".

No quisiera pensar que nuestros políticos no quieren lo mejor para nuestr@s hij@s: A sus padres, especialmente a su madre durante los primeros meses de vida; la mejor alimentación posible, es decir, lactancia materna exclusiva (hasta los seis meses); los mejores cuidados, volvemos entonces a que necesitan a sus padres; unos profesionales que se ocupen de velar por su salud (que además de medicina sepan sobre lactancia y todo lo que pueda ayudar a resolver algunos problemas relacionados como frenillos, intolerancias o alergias…); y una educación adecuada, donde los padres son los principales responsables, y llegado el momento, complementada con unos profesionales libres de conductismo y autoritarismo (me refiero, por ejemplo, a no obligar a comer a los niños). Si nos ocupamos de tener niñ@s san@s tanto física como psicológicamente, tendremos igualmente adultos sanos. ¿No interesa esto?

No voy a debatir la declaración de nuestro queridísimo ministro, porque ya lo dice todo por sí sola. Queda claro que lo que a él le preocupa es la economía, cueste lo que cueste.

miércoles, 16 de marzo de 2011

Trastos que nos meten por los ojos

Cuando te quedas embarazada tu mente empieza a trabajar organizándolo todo y entre las múltiples preguntas que se te plantean está: ¿qué hará falta para la llegada del bebe? A todo lo que se te ocurra te ayudarán familiares y amigos bienintencionados, además de la “ayuda” que te ofrecen la mayoría de las webs referentes al tema del nacimiento del bebé, para que no tengas que preocuparte, ya que ellos te dirán las mil y una cosas que necesitáis.

Últimamente andaba pensando en ello, pero el otro día, con el tema del comienzo de la alimentación complementaria de nuestra nena, al comentar a un familiar que le estábamos dando plátano (entero, bueno la mitad para ser más exactos), para que ella lo coja y sea quien se lo lleve a la boca, nos dijo muy diligente que existen unos alimentadores antiahogos. Yo ya los había visto, y aunque al principio no sabía muy bien para qué podría servir eso, cuando lo descubrí no pude sentir cierto rechazo ¿Vosotros os meteríais un trozo de malla en la boca para exprimir un alimento? Sólo de pensarlo me da asquito ¿Por qué se lo iba a dar entonces a mi hija? Estando siempre mamá o papá, o cualquier otro adulto de confianza, no tiene por qué pasar nada.

He echado un vistazo en la red para ver lo que recomiendan tener (comprar) cuando nace el bebé y lo que he conseguido es mosquearme con lo que se dice en algunos sitios. Biberones, calientabiberones, esterilizador, chupetes, tetinas, y lo peor de todo “leche adecuada para tu bebé”, estos son algunos de los “accesorios, artículos y productos” que según ellos necesitará el bebé. Yo no he necesitado ninguno de ellos, y sólo compramos un biberón a la salida del hospital porque la nena no se enganchaba al pecho, por si acaso, y ahí lo tenemos sin estrenar ¿Y cuál es la mejor leche adecuada para el bebé? Pues la de su madre, ¿alguien lo duda? ¿Por qué no aconsejan que se necesitaran sujetadores y discos de lactancia, por ejemplo?

Andadores, humidificadores, robots de cocina, intercomunicadores (nos los dejaron y no los hemos sacado de la caja, un bebé tiene que estar junto a su madre no en la otra punta de la casa donde no se le oiga cuando llore), cojines de lactancia… la verdad es que al final terminamos comprándonos un cojín de lactancia por comodidad, estaba todo el día con la teta fuera y ya me dolía la espalda. Alguna vez he aprovechado a navegar por la red mientras la nena mamaba dormidita sobre el cojín. Pero tienen algo de razón cuando dicen que te puedes hacer algo dependiente de él, ya no me ocurre tanto pero al principio cuando salía de casa (al no tener el cojín) me costaba encontrar la postura para lograr estar cómodas la nena y yo.

Ahora puedo deciros que lo único importante es la teta, y eso no se compra. Otras cosas que a mi me han sido útiles, pues el sacaleches, que normalmente no se encuentra en todas las listas que pululan en Internet. Cuidado, que no estoy diciendo que sea imprescindible, a mi me sirvió mucho al principio cuando tuve el subidón de leche y tenía que andar con masajes, calor, sacaleches, frío, y entre medias la nena que mamaba lo que podía y quería, y así se nos juntaban unas tomas con otras. Luego aprendí a sacarme la leche sobrante a mano, mucho más cómodo. Pero el sacaleches me ha servido para congelar la leche de forma higiénica para una emergencia, aunque igualmente os digo que a mano se puede hacer igual. La sillita del coche, imprescindible, siempre que se tenga coche. Fular o mochila portabebé, para mi indispensable, más importante que el carrito, pues la verdad es que este apenas lo utilizamos. Y la cuna… ahora pienso que no es tan necesaria, donde mejor están es con nosotras en la cama, si bien es verdad que para dejarles dormir un ratito sus siestas es más seguro la cuna, se puede hacer un apaño en la cama con almohadas.

Así que mi conclusión es que nos intentan vender miles de trastos que no necesitamos, y el bebé muchos menos. Cada vez más inventos para hacer más cómoda la vida con un bebé en casa, un mundo de consumismo en donde sólo debería haber calor, alimento y cariño. Y resulta que esto lo tiene su mamá, nutridota de vida: calor, alimento y cariño, lo único a lo que el bebé se aferrará como imprescindible.

lunes, 13 de diciembre de 2010

La liga de la leche. La llegada del bebé

En el hospital de Fuenlabrada nos recomendaron asistir a algunas de las reuniones de La liga de la leche. Minerva no enganchaba bien, yo tenía los pezones planos, y antes de salir del hospital una enfermera me recomendó usar pezoneras si quería dar el pecho (a pesar de que no les gusta recomendarlas). A falta de más información las probé, con lo que enganchó perfectamente. A día de hoy todavía seguimos utilizándolas a pesar de hacer varios intentos por quitárnoslas, sin éxito. Aunque sobre las pezoneras ya escribiré en otra ocasión una entrada.

La liga de la leche es una organización internacional, sin ánimo de lucro, que apoya a las madres que quieran dar el pecho a sus hij@s. En España se hacen reuniones mensuales. En la página web informan de los días y lugares de estas reuniones, a las que puede asistir cualquier persona que esté interesada en la lactancia materna. También aparecen los teléfonos de todas las monitoras a nivel nacional, para cualquier consulta personal sobre el tema.

No sabíamos lo que nos íbamos a encontrar y la verdad es que salí contentísima.

Cada mamá se presenta, planteando la duda que le haya llevado allí (en el caso de que la haya). Después la monitora intenta resolver las dudas planteadas, si ha habido un tema común hace más incapié en él, y luego plantea el tema del día. Todo el mundo puede participar, compartiendo experiencias.

Al final pasan una nota con el resumen del tema del día, que aquí os dejo transcrito tal cual:

“Octubre 2010: La llegada del bebé

1. Antes de que llegue el bebé

- Las clases de preparación para la maternidad/paternidad son muy útiles para conocer lo que va a suceder, pero conviene ir más allá del parto.

- Acudir a grupos de apoyo sobre lactancia materna te dará la información y confianza que necesitas para una lactancia feliz.

- La regla de oro de la embarazada debería ser: leer, leer y leer. Cuanta más información y experiencia se recaben más preparado se estará para esta nueva experiencia.

- Preparativos en casa: Es muy buena idea comenzar a simplificar el trabajo doméstico y quizá sopesar la idea de buscar apoyo extra (ya sea de familiares, amigos o personal profesional).

- También resulta fundamental que los futuros padres hablen de las expectativas de tener un nuevo bebé y de definir prioridades. Un bebé cambia la vida.

2. Después del nacimiento

- Cuando nace un bebé muchas veces la nueva madre quiere hacer demasiadas cosas. En estos días conviene recordar que la prioridad absoluta reside en cuidar del recién nacido y en recuperarse.

- Si no se ha hecho antes, este es el momento de establecer tu red de apoyo. Déjate ayudar.

- Nuestra pareja es para nosotras nuestro mejor apoyo, nos cuida, nos mima, nos protege y tiene unos brazos amorosos para el bebé.

- Si tienes dudas de lactancia acude a personas que te puedan ayudar.

3. Los hermanos

Si no se trata del primer bebé hemos de pensar en ciertas cosas:

- Es muy conveniente involucrar al hermano desde el embarazo, hacerle partícipe de la llegada de un hermano para que no lo vea como algo ajeno.

- Al igual que para los padres, hablar con los hermanos de las expectativas de tener un nuevo ser en la familia les puede ayudar a expresar sus temores y dudas y de nuevo les haremos sentir que sus sentimientos son importantes.

- Es un momento estupendo para fomentarles la idea de convertirse en hermano mayor. Enseñarles a hacer cosas ellos solitos a ayudar en la medida de sus posibilidades.

- Una buena idea consiste en preparar un “rincón de amamantar” donde el hermano mayor tenga a su disposición juguetes y entretenimiento mientras su mami amamanta al recién nacido.

- Los hermanos también necesitan nuestros mimos aunque sean mayores. Hay que permitirles ser también “el bebé” de vez en cuando.

- Los celos son totalmente normales, es mejor reconocer y admitir estos sentimientos que tratar de ocultarlos.”