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miércoles, 11 de enero de 2017

Lo que un bebé no es capaz de hacer

Se tiene la idea generalizada de que el bebé es muy listo y nos toma el pelo. Por eso desde bien temprano hay que enseñarle quien manda. Todo para que no se nos suba a la chepa.

Nunca he entendido como tenemos hijos con esta idea tan distorsionada de lo que es un niño. Como si bebés y niños fuesen nuestro enemigo. Hay que domarlos antes de que sea demasiado tarde.




Efectivamente ese es el objetivo: que obedezcan, que no se salgan con la suya, que no nos fastidien… En definitiva, domesticarlos. Cuantos antes mejor, que es cuando se están desarrollando, dependen totalmente de nosotros y no tienen capacidad para decirnos cuatro cosas bien dichas.
   

Así creamos niños obedientes, futuros adultos sumisos.

Niños buenos, futuros adultos reprimidos.

Niños no respetados ni física ni emocionalmente,
futuros adultos invasivos
y que no saben reconocer ni sus propias emociones
 ni las de los demás.


No quiero que mis hijas sean obedientes, sino que entiendan el por qué de las cosas (cuando sean capaces de hacerlo) y tomen sus decisiones.

No quiero que mis hijas sean buenas, quiero que sean simplemente niñas (los niños no son ni buenos ni malos). Quiero respetar a mis hijas como toda persona se merece, porque además es la manera de que ellas también respeten.

Y aunque solemos hacerlo lo mejor que podemos y sabemos, nos cuesta dejar atrás patrones dañinos aprendidos. Porque salirse de la normal no es fácil. Incluso aunque hayamos decidido informarnos acerca del desarrollo  de los niños, en la práctica no es tan sencillo porque tenemos bien integrados esos patrones aprendidos.




¿Qué no es capaz de hacer un bebé?

Matizar que cuando hablo de bebé me refiero a niños de hasta tres años.

- No tiene capacidad para razonar. Por tanto no tiene la capacidad de entender las razones que podemos ofrecerle para que haga o deje de hacer esto o aquello.

- No tiene la capacidad de ponerse en el lugar del otro. Por tanto no entiende que lo que hace puede tener consecuencias o de hasta qué punto hace daño al otro.

- No tiene capacidad para engañarnos. Por tanto no puede tomarnos el pelo.

- No puede ser malo. Se suele llamar malo a un bebé que llora, que se despierta por la noche, que cuando ya deambula pega o quita juguetes a otros niños… Esto está dentro de la normalidad en el desarrollo de un bebé y no tiene nada que ver con la maldad. La maldad es una cualidad de los adultos.







¿Por qué un bebé no es capaz de hacer todo esto?

Muy sencillo, esto depende de su desarrollo cerebral. No es hasta alrededor de los tres años cuando toma relevancia el cerebro racional, el neocortex. La capacidad de razonar o ponerse en el lugar del otro no es posible hasta que esto sucede. Teniendo en cuenta además que es un proceso que requiere tiempo y maduración.

Según el modelo del Cerebro Triúnico antes de los tres años son dos cerebros los que rigen el desarrollo del bebé. El cerebro  reptiliano o primitivo, lo que es el instinto y la supervivencia. Y el cerebro límbico, lo que son las emociones. Por eso, antes de esa edad, no tienen lenguaje fluido, ni memoria propiamente dicha, ni son capaces de razonar.

Otra cosa es que por nuestros gestos o palabras ellos sepan que no nos gusta lo que dicen o hacen. Pero no tiene nada que ver con que lo entiendan.

Yo le puedo decir a mi hija que no abra ese cajón o no cruce la carretera porque es peligroso. Ella puede saber lo que le pido pero no entiende por qué motivo no va a poder hacerlo si a ella le apetece, el peligro que puede correr o las consecuencias.

Por eso el juego es fundamental en esta etapa. Las explicaciones sólo sirven para acostumbrarnos a dárselas. El juego sirve para que todo fluya más fácilmente y el peque colabore cuando sea necesario. De la misma forma el juego seguirá siendo muy importante para el aprendizaje de los pequeños hasta los siete años.


El bebé aprende por imitación


Si le daño, le grito, le miento, le engaño, le enseño a ser sumiso, mermo su autodefensa, o me ve hacerlo a los demás, será lo que aprenda. Disculpamos acciones en nosotros mismos u otros adultos que no admitimos en los niños.

Si le hacemos daño creyendo que así aprenderá o se dará cuenta (el manido cachete a tiempo o pellizcarle cuando nos pellizque, por poner un par de ejemplos) aprenderá que el más fuerte es el que manda y que puede dañar a otro para conseguir las cosas. Jamás he entendido el “no se pega” mientras se le da un cachete al niño.

Es normal que en ocasiones peguen para defender su espacio o lo que consideran sus cosas. Hay que tener en cuenta que a esta edad están en la etapa egocéntrica y así debe ser para no quedarse ahí estancados, como les sucede a tantos adultos. Por supuesto no podemos permitir que se hagan daño, aquí si hay que intervenir. Pero lo que no es lógico es dañarle  o hacerle sentir mal para evitarlo.

En torno a los tres años podremos ir dándoles explicaciones cortas, adecuadas a su edad, sin olvidar que el juego siempre será nuestro gran aliado.


No siempre en sencillo nuestra relación con nuestros hijos. Pero olvidamos que la falta de apoyo, las prisas, nuestra pesada mochila o los consejos no pedidos no ayudan en nada. Todo lo contrario. No pidamos a nuestros hijos lo que no les corresponde.



Si la información te ha resultado útil te invito a seguirme en facebook y a darte de alta en el boletín.

Si tienes alguna duda puedes escribirme a info@soniandoduendes.com. Si lo que necesitas es una asesoría, ya sea online o a domicilio puedes ponerte en contacto conmigo en ese mismo mail.


miércoles, 28 de septiembre de 2016

Emprendimientos respetuosos en Madrid

Hoy quiero hablarte de diferentes lugares en la zona sur de Madrid, que no te puedes perder. Personas valientes, que tienen mucho que aportar, y se han lanzado a hacer lo que les gusta y se les da bien. Conozco a cada uno de los seis emprendedores que quiero darte darte a conocer y te aseguro que sus negocios merecen la pena por partida doble.

Aunque ofrecen diferentes servicios,  de ahí también el interés por su variedad, tienen en común que son espacios respetuosos tanto para pequeños como adultos. Sin más te presento brevemente estos espacios:



Clínica Nortia


Marta y Jesús tienen ya un largo recorrido con su Centro de Salud Integral, Clínica Nortia, en Fuenlabrada. Son auténticos profesionales que siguen formándose para ofrecer siempre un servicio de calidad.

Puedes encontrar servicios desde rehabilitación, fisioterapia respiratoria, deportiva, tratamientos a bebés, problemas de suelo pélvico (Marta es una experta en suelo pélvico), nutrición, hasta cuidados de tus pies.

A Marta la conocí hace ya más de cinco años en una de sus charlas sobre suelo pélvico en la Asociación Crianza Leganés. Ahora tengo el placer de colaborar con ellos de vez en cuando.



La Mente Corriente


Con muchos años de experiencia a la espalda, Diego se lanzó hace un par de años a crear su propio Centro de Psicología y Actividad Terapéutica, La Mente Corriente, en Humanes de Madrid.

Además de terapia  para adultos y servicio especializado en niños y adolescentes, también ofrecen formación, talleres y actividades. 

Diego tiene también una sección de blog donde puedes encontrar artículos más que interesantes. Te invito, por ejemplo, a leer el post que escribió para Minerva y su mundo

Nos iniciamos en la m(p)aternidad casi al mismo tiempo y compartimos grupo de crianza durante varios años.



Mercadito Natural Alegría de la Huerta


Lorenzo y Mamen llevan detrás del Mercadito Natural Alegría de la Huerta ya cerca de tres años. Una tienda de alimentación ecológica en Leganés.

Puedes encontrar de todo, desde verdura, fruta, carne, bollería, harinas… hasta crema solar, champú o pasta de dientes, por poner algunos ejemplos. Un lugar acogedor, con encanto y donde siempre te reciben con una sonrisa.

¿Cómo conocí a Lorenzo? Resulta que su pareja y yo asistíamos a la Asociación Crianza Leganés con nuestras hijas mayores, que por aquel entonces eran unos renacuajos.



Aprender Jugando. Espacio Educativo Creativo


Susana ha abierto recientemente las puertas de Aprender Jugando. Espacio Educativo Creativo. Ofrece un abanico de cursos, actividades y talleres en Humanes de Madrid, para grandes y pequeños, orientados a todas aquellas familias interesadas en una formación activa, respetuosa y consciente.

Puedes encontrar, además de un espacio precioso que invita a entrar y quedarte, actividades familiares, talleres de ingles, música, espacio de juego, talleres de crianza y juguetes originales y educativos.

A Susana la conocí en otro grupo de crianza, en la Asociación Creciendo Juntos de Fuenlabrada, cuando yo asistía por primera vez llena de dudas como mamá primeriza.



Espacio 3C


Carol y Lorena han creado un espacio para dar cabida a las familias, Espacio 3C. Un  lugar para dar otras opciones de ocio en familia en Leganés.

Puedes encontrar desde actividades y talleres para grandes y pequeños, hasta celebraciones de cumpleaños.

Carol es otra de las mamás que tengo el gusto de conocer gracias a la Asociación Crianza Leganés. Una mujer con inquietudes, muchas ideas y consciente de las necesidades que tenemos sobre todo las mamás.



Soñando Duendes
  

No puedo terminar sin hablar de mi propio proyecto, Soñando Duendes, que aunque muchos ya conocéis, no está de más recordar mi labor como Asesora de Maternidad y Crianza.

Además de la tienda online donde puedes encontrar productos de crianza, ropa y artículos de higiene femenina, ofrezco talleres sobre crianza y maternidad y asesorías a domicilio.

Si no lo haces ya, te invito a conocer mi blog Minerva y su mundo donde puedes encontrar artículos sobre lactancia, porteo, parto, crianza y mucho más.

Aprovecho para contarte los próximos talleres que tengo programados para octubre y noviembre:

Taller Hitos del Desarrollo y Estimulación

  
Taller de Pañales de tela
  

- Taller de Control de esfínteres
  

- Taller teórico-práctico de inicio al Porteo
  

- Taller de Baby led weaning




Insisto, si tienes la oportunidad no dejes de visitar estos espacios. Los recomiendo 100%. Por sus servicios, por su profesionalidad y porque son gente que merece la pena.
  


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lunes, 3 de marzo de 2014

Neurociencia perinatal y contacto piel con piel

La semana pasada tuve el honor de poder escuchar (gracias a El Parto es Nuestro, que ofreció la asistencia gratuita a todas sus socias) en persona a Nils Bergman, una eminencia en los cuidados madre canguro con prematuros. Aunque conocía a Nils Bergman desde el poco de nacer mi hija, ya escribí en los inicios de este espacio hace ya tres años sobre el documental “Restablecer el paradigma original”, que os animo a ver si no lo habéis hecho ya, ha sido en la formación donde he profundizado mucho más en los cuidados madre canguro.



“Lo peor que le puede pasar a un recién nacido
es ser separado de su madre”

El piel con piel ofrece al recién nacido calor, protección y alimento, todo lo que necesita para su supervivencia y su correcto desarrollo a nivel emocional, intelectual y físico. Es verdad que cuanto más pequeños nacen más dificultades tienen para sobrevivir y que la tecnología puede ayudarles, pero esa tecnología no debe pasar por quitarle al recién nacido prematuro lo que viene preparado para recibir, el contacto con su madre, las mismas condiciones que tenía unos segundos antes de nacer.

Ese contacto con la madre, el piel con piel sin horarios, si para un recién nacido a término es fundamental, para un recién nacido prematuro es supervivencia:

- Estabiliza el ritmo cardíaco.

- Estabiliza la respiración.

- Estabiliza la temperatura.

- Estabiliza los niveles de glucosa.

- Estimula al bebé todos sus sentidos, influyendo por tanto en su desarrollo:

- El olfato. El bebé huele a la mamá y no otros olores quizás desagradables. El olfato además está relacionado con la amígdala y por tanto con el cerebro emocional.

- El gusto. Saborea el único alimento que le aporta justamente lo que necesita, la leche de su madre.

- El oído. Oye la voz, la respiración y el ritmo cardíaco de su madre, sonidos que relajan al bebé.

- La vista. Contacto visual con su madre, incluso con prematuros muy pequeñitos.

- El tacto. Da al bebé sensación de seguridad y calor. Nils Bergman nos habló de la gran importancia de la mielinización.

- Es colonizado por las bacterias de su madre.

- Se siente seguro y por tanto no hay estrés (desaparecen los altos y dañinos niveles de cortisol que se dan cuando se separa al recién nacido de su madre).

- Minimiza el dolor y el estrés causado por las múltiples pruebas a las que son sometidos los bebés prematuros.


Como os decía, Nils Berman habló de la mielinización, fundamental para el desarrollo cerebral. Si queréis profundizar más en la mielinización y las conexiones neuronales, podéis leer este artículo que escribí hace unos meses. Bergman matizó que el problema no está en perder neuronas, sino en que no se produzcan las conexiones entre ellas de forma adecuada, pues si el bebé está separado de la madre estará estresado y por tanto sus sistemas no estarán adquiriendo estímulos y aprendizaje sino que estarán alerta y tratando únicamente de sobrevivir. Durante el primer año se establecen un millón de sinapsis al segundo, de ahí la necesidad de contacto (estimulación) para el desarrollo cerebral. Nos comportamos según el ambiente donde nos desarrollamos, por eso la madre es la clave del desarrollo neural.


Igualmente importante es saber que el sueño es un proceso evolutivo y conocer los ciclos normales del sueño de un recién nacido (ciclos de una hora de sueño), evitando así la creencia errónea de que hay que enseñar a dormir a los bebés. La principal función del sueño es la fijación de la memoria y las redes neuronales.

Otro tema relacionado es la epigenética. Nils Bergman afirmó que el estrés temprano continuo altera la expresión de los genes, con un impacto en la salud a lo largo de toda la vida. Cuando el bebé es separado de la madre permanece quieto para ahorrar energía, pues el hecho de estar en estado de alerta hace consumir mucha energía. Por eso el cuidado temprano correcto, el soporte maternal en la infancia temprana, predice volúmenes de hipocampo mayores en la edad escolar.

Por otro lado el piel con piel propicia el vínculo de la madre con el bebé, de ese modo se produce el apego. De hecho el piel con piel en las primeras 24 horas está relacionado con el comportamiento de la madre con su bebé, la sensibilización. Cuando hay separación esta también afecta a la madre, que puede mostrarse más intrusiva (no ayuda a regular a su bebé), y es capaz de ignorar el llanto de su bebé o mostrar ansiedad en los cuidados de este. Sin embargo, una madre sincronizada con su bebé, donde la oxitocina es bidireccional, activa sus sistemas de recompensa al coger a su pequeño.



¿Habéis pasado por esta experiencia? Estaré encantada de que nos contéis lo que queráis o necesitéis compartir.


No dudéis en contactar conmigo, podéis escribirme a info@soniandoduendes.com, si necesitáis información o que os asesore en CMC.

domingo, 21 de julio de 2013

Los niños son pequeños dictadores

Tenía para hoy otro post ya escrito sobre lactancia y vuelta al trabajo. Pero tras la charla mantenida este fin de semana con unos amigos necesito escribir estas líneas. Digamos que nuestra manera de criar a nuestros hijos, e incluso la idea que tenemos sobre lo que es ser un niño, no tiene nada que ver. Este fin de semana ha sido la primera vez que raíz de un tema han salido todas nuestras diferencias y hemos tenido un debate tras el cual por un lado me he alegrado de  haber aportado mi visión y mi (creo) granito de arena, pero no he podido evitar también quedarme con un halo de tristeza, por ese concepto tan extendido e irreal que se tiene de los niños.

No era la primera vez que nos daban a entender que, según el comportamiento de nuestra hija, había que hacer siempre lo que ella quería. Todo porque tras aguantar estoicamente sentada durante un buen rato en la mesa de una terraza se quería levantar y llevar al papá por donde ella quería (al papá no le importaba lo más mínimo darse un paseo con su hija). Entonces ante la frese “Los tiene bien puestos” (refiriéndose a mi hija, una niña que en septiembre cumplirá tres añitos) me salió un rotundo “¡Claro! Sabe muy bien lo que quiere” (y así quiero que siga siendo).

La conversación comenzó entonces con los motivos que teníamos para no llevarla al cole este año (precisamente la semana pasada hablaba de este tema) y desencadenó en el famoso cachete a tiempo. A pesar de ser una conversación de lo más tranquila noté que el otro papá, una persona que por costumbre  suele decir lo que piensa, al cabo de un ratito de conversación se mantuvo en silencio, lo cual (quizás me equivoque) me llevó a pensar que no le estaba gustando lo que estábamos diciendo (yo y mi compañero de ruta), que no era otra cosa que hacerles entender el sinsentido de pegar a un niño por pretender educarle.

Llegados al punto de “los niños son pequeños dictadores” traté de explicar que los niños nos necesitan, que dependen de nosotros, que los frecuentes despertares nocturnos son normales y ni mucho menos lo hacen para fastidiar, que las rabietas son necesarias para su correcto desarrollo, que con tres o cuatro años no podemos esperar que hagan todo lo que les decimos y mucho menos que tengan totalmente integradas las normas sociales (dar besos siempre, compartir, estar sentado cuando yo lo digo, no pegar cuando se enfadan , etc, etc) ya que están en pleno proceso de aprendizaje y desarrollo y les tenemos que repetir las cosas las veces que haga falta sin llegar a faltarles el respeto.

He buscado la definción de dictador y esto es lo que he encontrado según la RAE:
dictador, ra.
(Del lat. dictatōre[m]).
1. m. y f. En la época moderna, persona que se arroga o recibe todos los poderes políticos extraordinarios y los ejerce sin limitación jurídica.
2. m. y f. Persona que abusa de su autoridad o trata con dureza a los demás.
3. m. Entre los antiguos romanos, magistrado supremo y temporal que uno de los cónsules nombraba por acuerdo del Senado en tiempos de peligro para la república, confiriéndole poderes extraordinarios.

Teniendo en cuanta la segunda acepción, ya que las otras se alejan de lo que estamos tratando, pregunto, ¿tienen los niños la autoridad o por el contrario somos los adultos quienes la tenemos y en ocasiones abusamos de ella? ¿Quién es entonces el dictador?


Y este post viene para explicar algo que dije y que creo que no quedó claro. Ningún niño pide lo que no necesita. Y no me refiero con esto a pedir cualquier cosa material, una golosina o el juguete de otro niño, por poner unos ejemplos. Me refiero a que cuando un niño llora, cuando pide brazos, cuando se despiertan mil veces por la noche, cuando llaman nuestra atención, nos están diciendo que nos necesitan, que les hagamos caso, que sin nosotros no sobreviven, que nos quieren.

La frase “los niños no piden lo que no necesitan” puede llevar a malinterpretaciones. De hecho la conversación giró hacia los niños que de más grandes se convierten en unos déspotas, en adolescentes conflictivos o incluso en adultos que pegan a sus padres, por no haberles dado un cachete a tiempo o por haberles permitido hacer “todo lo que quieren”. No me canso de insistir que un niño al que no se le ha negado nunca el cariño y al que siempre se le ha atendido cuando lo ha pedido no se convierte en agresivo. La agresividad viene por lo contrario, por no hacerles caso porque sólo quieren llamar la atención, por poner distancia cuando nos necesitan,  por creer que pegándoles les estamos enseñando a comportarse, por darles cosas materiales en sustitución de nuestro cariño, por falta de amor, por violencia, por falta de respecto, y podría seguir. Esa frase se refiere a que su demanda de contacto, de presencia y de cariño por nuestra parte, siempre está justificada.

Me da la impresión de que piensan que por criar de forma  “diferente”,  respetando las necesidades y los ritmos de nuestros hijos, teniéndolos en cuenta siempre, dejándoles que se expresen o no obligándoles a hacer nada con su cuerpo que no quieran, criamos a pequeños déspotas que hacen lo que quieren. Y no pueden estar más lejos de la realidad. A nuestra hija no le permitimos que dañe a otros ni a si misma, no accedemos a sus peticiones de comprar cualquier cosa que desee (que por otro lado no suele ser muy a menudo), no le dejamos hacer cualquier cosa en la que corra peligro (como cruzar una carretera sin que vaya de la mano y sin haber mirado previamente si viene algún coche), aprende de nosotros en cada momento el respeto y las normas sociales (tan cotizadas), además de todas las frustraciones que se le presentan de manera natural en la vida. Lo que de ninguna manera vamos a negar nunca a nuestra hija es nuestro cariño y comprensión.

Por supuesto, llegamos a una conclusión conjunta, y es que la crianza no siempre es fácil y cada familia lo hace lo mejor que sabe y puede.



¿Qué pensáis vosotros, son los niños pequeños dictadores o pecamos demasiadas veces los adultos de prepotentes?

viernes, 8 de junio de 2012

Yolanda González “Las emociones de los niños y las nuestras”


El fin de semana pasado tuve el placer de volver a ver a Yolanda González en el II Ciclo de Conferencias “Conociendo a Nuestros Hijos” que organiza la asociación Besos y Brazos.

La conferencia que dio el año pasado trataba sobre “La Empatía y la Autorregulación en la primera infancia”. Aunque algunas cosas se han repetido me ha encantado volver a escucharla, me he dado cuenta de que esta mujer siempre termina emocionándome, hace que conecte con sentimientos muy profundos. En realidad creo que ha sido como la continuación a la charla del año pasado. Podéis leer aquí el resumen que hice de ella, os lo recomiendo, además hice una breve descripción de su curriculum para los que no la conozcáis.


El tema de las emociones es un tema complicado, en el sentido de que a muchos nos cuesta reconocerlas, ya que en nuestra infancia no se nos enseñó a aceptarlas, mostrarlas y canalizarlas, al contrario, se procuró que las reprimiésemos, porque era lo que nuestros padres también habían aprendido de pequeños, al igual que sus padres, y así sucesivamente. Continuamos transmitiendo modelos educativos poco saludables de padres a hijos sin pararnos a pensar que se puede hacer de otra manera.

Las emociones son necesarias y mucho, son el pilar de todo lo demás, porque dependiendo de cómo nos sintamos así actuaremos. Las emociones modulan nuestros pensamientos, se trata de encontrar un equilibrio entre razón y emoción, y eso se logra en la infancia. Dijo Yolanda que más allá de la lactancia y un parto natural, la principal preocupación en torno a la crianza deberían ser las emociones, que son las que mueven todo nuestro mundo. Esto quiere decir que una mujer que da el pecho a su hijo no es sinónimo de que sepa relacionarse sana y respetuosamente con las emociones de su hijo y las suyas propias, por eso que las emociones sean la base para que esta sociedad, que muchas veces no quiere sentir ni quiere saber, sea saludable en todos sus aspectos.

No es fácil enfrentarse a las emociones de nuestros hijos cuando ya nos cuesta enfrentarnos a las nuestras, porque ¿qué ocurre cuando nos encontramos ante una rabieta de nuestros hijos?, pues que muchas veces terminamos teniendo nosotros otra rabieta, ya que las emociones de nuestros pequeños conectan con las emociones de nuestros niños interiores. Hay que ver al niño pequeño, no a nosotros mismos cuando éramos pequeños, no debemos mezclar nuestras emociones con las suyas. No es fácil, por tanto, saber acompañarles, aceptar sus emociones, comprenderles, sin interferir en ese proceso, enganchándonos en las maraña de emociones que nosotros mismos llevamos arrastras.

Es muy importante aceptar las emociones, darles nombre y saber cómo acompañar y canalizar lo que nuestros hijos sienten, nunca negarlas ni reprimirlas. Es la etapa más vulnerable, de total dependencia (algo natural, hoy en día tenemos mucha prisa por que crezcan) y en la que está en juego la futura personalidad del adulto.

Explicó que una emoción es una acción que viene de dentro y la expresamos hacia fuera, las emociones básicas son la ira, el miedo, la tristeza y la alegría, todas legítimas y necesarias para nuestra supervivencia. Las personas que no contactan con sus propias emociones están robotizadas y son fácilmente manipulables. Matizó que el adiestramiento comienza en la primera infancia, no permitiendo sentir, racionalizando y pensando siempre. Una emoción se puede reprimir pero nunca suprimir, y puede explotar en el momento más inadecuado, a través de síntomas físicos y emocionales. La salida más adecuada para las emociones es la expresión.

Por otro lado, las emociones de los niños son las mismas que las de los adultos pero más inmaduras, y necesitan mucho tiempo para madurar. Los niños viven en el presente, no tienen la capacidad de relativizar (pensar que mañana será otro día, que el juguete roto puede ser reemplazado, etc, simplemente son emoción).

Yolanda nos recordó también la importancia del juego, hasta los 6-7 años es lo  principal que debe hacer un niño. Por eso es conveniente tener alternativas, estrategias, creatividad (magia) y negociación cuando son más mayorcitos (en torno a los tres años). De ese modo, entre otras cosas, no necesitaríamos decir "no" tantísimas veces al día, y es que se confunde el “no” con la educación.


El niño es el reflejo de nuestra propia imagen. Debemos tenerlo muy en cuenta antes de juzgarles para bien o para mal, y mirar hacia nosotros mismos si algo en ellos nos molesta, nos duele o nos preocupa.

viernes, 1 de junio de 2012

Cuando el entorno enturbia tu forma de crianza


Intento criar a mi hija desde el respeto, desde el amor, desde el ejemplo y desde la consciencia de que todo lo que ocurre a su alrededor le influye para bien o para mal. ¿Pero qué pasa cuando todo alrededor parece ir en contra de todo lo que intentas enseñar a tu hija?


Debemos hablar con propiedad a nuestros hijos. Ir más allá y darnos cuenta de que esos comentarios que muchas veces se hacen a los niños tienen un significado y un mensaje, y no podemos relativizarlos con un “pero si no pasa nada por decirles eso”. Me refiero, por ejemplo, a:

Decirles que no pasa nada cuando se han hecho daño, ¿cómo que no pasa nada?, al decirles eso le estamos restando importancia a su sentimiento de dolor, les estamos negando la legitimidad de sus sentimientos y sus sensaciones. No se si hay alguien que de verdad crea que por decirles eso no van a llorar, que por otro lado ¿y qué si lloran?, ahí estamos para consolarles, dejémosles expresar su dolor.

Decirles continuamente “muy bien” o “bien”, cada vez que hacen lo que consideramos que deben hacer, comerse la comida, hacer la típica monería, saludar al vecino cuando se lo pedimos, decirnos alguna palabra nueva, subir solos a los columpios, y un sinfín de cosas más. Cada vez que les decimos “bien” les estamos haciendo un juicio de valor, ¿acaso si no se come una cucharada más está mal? ¿o está mal si no sabe encajar una pieza de un puzzle? Mi hija no necesita la aprobación de nadie, porque es perfecta tal y como es. A mi también se me escapan “bien” a veces, pero estar continuamente con la palabra en la boca me parece no tener las herramientas suficientes para comunicarnos de otra forma con ellos sin estar opinando continuamente sobre cómo hacen o dejan de hacer las cosas, se nos olvidan otras formas de transmitirles que estamos con ellos siempre, que les queremos por encima de todo.

Decirles que son malos porque simplemente se comportan como niños, y luego nos extrañará que al final terminen comportándose como les estamos transmitiendo que son, porque si una y otra vez les repetimos lo malos que son se lo terminarán creyendo. A ver si nos queda claro de una vez que los niños no son malos, los que podemos ser malos, porque somos conscientes de su significado, somos los adultos. Los niños se mueven, saltan, corren, gritan, se aburren, necesitan atención y cariño, tienen épocas en las que pueden pegar porque no saben pedir las cosas de otro modo, pero si aún así creemos que es un niño difícil , entonces en quien hay que fijar la atención es en los padres, así de claro.

Decirles, cuando se han hecho daño con algo, que ese objeto es malo y para colmo pegar al objeto (que el pobre no tiene culpa de nada). Lo único que se les enseña con eso es a pegar cuando algo no sale como ellos quieren o cuando se hacen daño, con lo cual si un niño no les deja un juguete o sin querer les ha lastimado entienden que deben pegarle. Yo desde luego no quiero que mi hija aprenda eso. Se les puede explicar, y ellos lo comprenden, que se han hecho daño con la silla, con el suelo o con lo que sea, sin querer, de esa forma podrán hacerse cargo de las consecuencias de sus actos, al mismo tiempo que les consolamos con mimos y besos.


Si, muchas veces no son esos los mensajes que les queremos enviar, pero no se nos ocurre nada mejor que decir y seguimos restándole importancia diciendo que no es para tanto. Pero es que con todo lo que les decimos les estamos transmitiendo algo, por qué no hacerles llegar lo que realmente queremos, sin caer en estereotipos o frases hechas que nos evitan el pensar por nosotros mismo y desarrollar nuestra imaginación. Podemos hacer las cosas diferentes con un poco de nuestra parte.



Sabía que con la edad de mi hija y con lo movida que es, y no me equivocaba, alguien no tardaría en decirla que era mala. En menos de dos semanas ya se lo han dicho dos veces en la “calle”, como si por ver el comportamiento de mi hija en dos minutos supiesen cómo es y además creyéndose con el derecho a juzgarla por comportarse simplemente de acuerdo a su edad. En ambos casos por no estarse quietecita como un muñeco mientras mamá termina de comprar el pan o de pedir embutido en el super. En el primer caso contesté que no era mala, la segunda vez simplemente le di la espalda a la persona entrometida. Pero ganas me daban de decirles cuatro cosas bien dichas. Creo que la próxima vez, que por desgracia la habrá, ¿por qué se meterá la gente donde no la llaman?, contestaré que no es mala, que simplemente es una niña, y me morderé la lengua para no decir mas. Porque creo que si me callo le trasmito a mi hija que la gente puede meterse en su espacio y decirla lo que quieran sin ningún respeto, hoy por hoy soy yo o su padre quienes velamos por sus derechos.

En cuanto al “muy bien”, cada vez que estamos con los abuelos, unos u otros, tengo que lidiar con esa muletilla, que intento comprender que no dan mas de sí, que no saben hacerlo de otro modo. Porque aunque se les dice, se les olvida, y yo ya me canso de repetirlo una y otra vez; y ellos también se cansan (los abuelos), aunque ellos ya son adultos y no es eso lo que más me importa. Quiero pensar que mi hija en casa sabe que no necesita hacer nada de una forma u otra para sentirse valorada y querida.

También esta semana he visto como tras hacerse daño y decirla “malo, malo, toma, toma” (pegando al objeto en cuestión), ella pegaba imitando. Entonces aquí paré rápidamente los pies a su abuelo, ya me había sucedido otra vez con una amiga pero entonces mi hija solo la miró sorprendida (también se que volverá a suceder y entonces tendré que dar la explicación pertinente, qué agotador es esto). Le expliqué claramente que lo único que conseguía con eso era enseñarla a pegar. Espero que haya quedado claro y no se vuelva a repetir.

Y ya no me meto con los comentarios, directamente a ella, sobre si continúa tomando el pecho con lo mayor que es (lo seguirá tomando hasta que le de la gana), si no habla mucho para la edad que tiene (habla lo que tiene que hablar), que pesa mucho para que la lleve mamá a upa (si a mamá o papá no les importa nadie tiene nada que decir al respecto), etc, etc, porque entonces no termino.

Me preocupa lo que puedan influirla todos estos comentarios y mensajes, tan opuestos a mi forma de criar a mi hija. Está claro que no puedo ni quiero meterla en una burbuja. Pero, ¿qué podemos hacer para que estos mensajes le influyan lo menos posible?

jueves, 29 de marzo de 2012

Los niños no necesitan estimulación temprana



El enunciado del título tiene matices, luego veremos cuáles son.


El tema que se trataba hoy en la Asociación Crianza Leganés era sobre la estimulación temprana y la fisioterapia respiratoria. La verdad es que entre que no tengo mucho tiempo y que no estoy de acuerdo en que un niño normal en su desarrollo necesite estimulación temprana, a punto estuve de no asistir esta mañana, y si lo hice fue porque estaba interesada en participar en un estudio sobre lactancia materna que está realizando el Hospital 12 de Octubre (están pidiendo la colaboración de madres lactantes, si alguna está interesada le paso la información), y como se iban a encargar ellas de recoger las muestras de las mamás que estábamos interesadas y llevarlas al Hospital, al final me decidí a ir, y menos mal, porque me ha encantado la reunión.

Paula, fisioterapeuta infantil (entre otras cosas) del Centro Adin, nos ha contado un poco a qué se dedican (desde el preparto y postparto hasta grupos de crianza), se ha centrado sobre todo en la atención temprana enfocada a niños con dificultades en su desarrollo y a los problemas más usuales del sistema respiratorio en los niños, y ha resuelto encantada todas las dudas que iban surgiendo. Debo decir que transmitía calidez y confianza a raudales.

Como parece que últimamente está de moda eso de que todos los niños, tengan o no algún tipo de retraso en su desarrollo, tengan que realizar por su bien alguna actividad de estimulación temprana, ya iba yo con la idea preconcebida (por mucho que me pese) de que era eso lo que nos iban a “vender”. Nada más lejos de la realidad. Paula nos ha dejado muy claro la necesidad de contacto, la atención de las necesidades del niño y no forzarles  a hacer nada para lo que no están preparados, para que estos se desarrollen con normalidad. Justo lo que yo pensaba.


Retomando el título que encabeza este post, estoy totalmente convencida de que los niños no necesitan estimulación temprana, no necesitan ir a ningún sitio para que se les estimule de ninguna manera. Con la salvedad de dos excepciones. Una de ellas es que el niño tenga algún tipo de retraso o dificultad en su desarrollo, lógicamente aquí habría que intervenir para subsanar o mejorar en la medida de lo posible esas dificultades.

Un niño al que se le atiende su llanto, su necesidad de contacto, al que se le da muestras de cariño, con el que se juega, se le habla, se le permite estar en el suelo desde los dos o tres meses para que pueda ir explorando según su desarrollo (sin forzarle a estar en posturas para las que todavía no está preparado, permitiéndole que él solo se siente o se ponga de pie cuando su cuerpo pueda hacerlo por sí mismo), se le permite explorar con la comida (descubriendo sabores, texturas, colores, olores…), se le coge en brazos, se le permite convivir (participar) en familia en las tareas cotidianas… ese niño (a no ser, como decía antes, que tenga algún tipo de dificultad en su desarrollo) no necesita estimulación temprana. No la necesita porque ya la tiene de la mano de sus padres o cuidadores. Todo eso desde mi punto de vista es la relación normal entre un niño y sus padres, una relación de respeto, amor y atención.

Un niño al que se le deja horas en la hamaquita, metido en el parque, frente a la televisión, al que se le deja llorar para que no se malacostumbre, con el que no se juega porque no se tiene tiempo o debe aprender a hacerlo solo desde pequeñito, al que no se le dan muestras de cariño… ese niño, que en principio no tiene (o no tenía) ninguna dificultad en su desarrollo, puede que sí necesite atención temprana. Este niño es la segunda excepción. Y es que carece de estímulos, de atención, y quizás serían bueno que ya que no lo tiene en casa lo reciba de alguna manera, aunque no sea de quien debería. Desde luego como profesional yo aquí informaría bien a los padres de lo que realmente necesita su hijo.

Pero cuando no hacemos las cosas mecánicamente con nuestros hijos, sino que estamos ahí para ellos, cuando les bañamos, les cambiamos el pañal, nos sentamos a la mesa con ellos, damos un paseo (hablándoles de lo que vamos viendo o simplemente estando presentes), nos ponemos a bailar o a cantar, les abrazamos, les contamos lo que vamos a hacer o cómo nos ha ido el día, cuando hacemos todo eso estamos estimulando de la manera más natural y amorosa a nuestros hijos.

viernes, 9 de diciembre de 2011

La culpa es mía


Aprovechando estos días de fiesta y que mi compañ
ero de ruta ha podido unir en un gran puente (excepto mañana que no ha podido cogérselo), hemos estado sin parar haciendo algunas de las cosas que teníamos pendientes, visitas y, como no, también alguna escapadita como la de esta mañana a los jardines de Aranjuez, idea que me dieron en la Asociación Crianza Leganés. Aunque la niebla lo cubría todo, y por ende hacía bastante frío, la verdad es que hemos pasado una mañana estupenda en la que la pitufa pasaba de ir en el portabebés porque sólo quería ir correteando de un lado a otro.


A lo que iba. Cuando ya teníamos todo preparado para irnos, después de conseguir presuntamente salir a una hora temprana para aprovechar la mañana, estábamos en la entrada a punto de salir por la puerta cuando Minerva en un visto y no visto da un manotazo a la cámara de fotos (metida en su funda) que yo había dejado en un mueble de la entrada y la tira al suelo.

Mi primera reacción fue de enfado. Se me escapó un “¡joder!”, pero me contuve de decirle nada más a mi tesoro que me mira expectante, bastante tenía ya además con la mirada que le había echado. Se trataba de una cámara réflex, me gusta bastante la fotografía. Así que lo primero que hice fue mirar si la cámara estaba bien y mi enfado fue en aumento al ver que no era capaz de quitar la tapa del objetivo, ya que con el golpe había quedado incrustada en este.

Cuando el papá consiguió quitar la tapa vimos que había un cristal roto, pero comprobamos con alivio que se trataba del filtro que pusimos para evitar que se rallase el objetivo o cosas como esta.

Entonces me dí cuenta, aunque la realidad objetiva rondaba en todo momento en mi cabeza, que la culpa había sido mía y sólo mía.


L@s niñ@s, niñ@s son. Y los adultos debemos comportarnos como tales. No se puede dejar algo al alcance de un/a niñ@ (según su edad) que sabemos que podría romper o con lo que hacerse daño, porque le llama la atención, porque quiere jugar, etc, y pretender que se esté quietecit@ y se contenga. No podemos pretender que no se comporten como niñ@s, entre otras cosas porque va contra natura.


Lo primero que hice cuando mi hija empezó a desplazarse fue quitar todo con lo que pudiera hacerse daño, pero también todo lo que yo no quería que cogiese. Lo que no iba a hacer era estar todo el rato detrás de ella, esto no se coge, esto no se toca, ni por mí, ni por ella, que lo que necesitaba y necesita es explorar y tocar.

Por eso cuando un/a niñ@ pequeñ@ rompe un jarrón, por poner un ejemplo, la culpa es del adulto que lo ha dejado ahí.

Cuando un/a niñ@ pequeñ@ coge unas tijeras y se dedica a cortar cortinas, el pelo de sus muñecos o cualquier cosa que le pille a mano (conozco algún caso), la culpa es del adulto que ha dejado esas tijeras a su alcance, y al que más le valdría tener más cuidado la próxima vez.


L@s niñ@ no tienen culpa de comportarse como tales. Es nuestro deber como adultos favorecer espacios seguros a nivel físico y emocional, y procurar en la medida de lo posible evitar todo lo que pueda suponer un conflicto padres-hij@s, porque nuestro deber es educarles no frustrarles.

martes, 27 de septiembre de 2011

Crianza Natural. Crianza con Apego


Cuando tuve a mi hija, tenía la idea firme, aunque ambigua, de que quería una crianza natural. Eso antes de saber lo que se entiende como tal, y así lo dejé reflejado cuando comencé mis andaduras en el blog. Luego empecé a oír sobre los distintos tipos de crianza, hay que ver lo que nos gusta encasillar, clasificar y diferenciar las cosas unas de otras. Me topé entonces con la crianza con apego o crianza respetuosa, de la que hasta ese momento no había oído hablar, y me di cuenta de que eso era lo que habíamos estado haciendo nosotros.

Antes de hablar sobre lo que se entiende por crianza con apego quiero dejar constancia de lo que era y es para mí la crianza natural.


Cuando estaba embarazada pensaba lo bonito que sería parir en casa, de forma natural, en la intimidad. Pero me daba miedo y tampoco sabía donde acudir para resolver mis dudas, así que seguimos con los trámites tradicionales. Tenía muy claro que a mi hij@ le llevaría siempre pegadit@ a mí, para sentir nuestro calorcito mutuo, olisquearnos y saber que se encontraba bien en todo momento, así que con tiempo compramos nuestro fular y nuestra manduca antes de su llegada. El pecho se lo quería dar, por supuesto, aunque sería si podía… ese era mi planteamiento por aquel entonces, lo que he aprendido en todo este tiempo. Y lo más importante, siempre lo ha sido, incluso cuando no quería tener hijos, es que lucharía porque mi hij@ fuese un/a niñ@ san@ emocional y psicológicamente (no menciono el plano físico porque se sobreentiende que todos los padres se preocupan por eso), respeto para un amor sincero y sin condiciones.

Para mí nada tiene que ver la crianza natural con la no vacunación, con la que no estoy de acuerdo. Para mí la crianza natural es ser lo más natural con tu bebé, tu hij@, es decir, conectar con lo más profundo, darte cuenta de sus necesidades, prestar atención al instinto que te dice que os necesitáis mutuamente, hacer caso a tus ganas de cogerle porque sí o porque te lo está pidiendo, respetar sus ritmos que naturalmente irá adquiriendo felizmente si se lo permitimos, sin interferir.

Siento que una forma natural de crianza es el contacto, la fusión, y por tanto veo inútiles (esto desde nuestra experiencia, que no tiene por qué ser la de los demás) la mayoría de artilugios varios que se nos intentan vender durante el embarazo, y que generalmente se consideran imprescindibles, como el carrito, la cuna o el parque, que en nuestro caso apenas les hemos dado o les estamos dando uso.

Nosotros porteamos, colechamos (no fue siempre así, ya hablaré algún día de la historia de nuestro colecho), damos lactancia materna, utilizamos pañales de tela (aunque de vez en cuando sigamos utilizando desechables), asistimos a grupos de padres e hij@s (compartir experiencias con otras familias es enriquecedor y nos hace darnos cuenta de que no estamos solos), y nos preocupamos por estar receptivos a las necesidades de nuestra hija en todo momento.

De todo esto que nosotros hacemos lo imprescindible para una crianza respetuosa es estar siempre atentos a las necesidades de nuestr@s hij@s, lo demás estará en función de la forma que mejor encontremos para funcionar como familia, de la manera más empática entre sus integrantes.

La empatía es la clave de la crianza natural. Ponernos siempre en su lugar, a su nivel y no por encima como parece ser lo habitual.

Algo que también considero muy importante es dejarles ser como personas que son, es decir, nuestr@s hij@s no son nuestr@s. Yo como madre estoy ahí para cuidarla y orientarla, pero nunca para adiestrarla o decirle cómo tiene que ser o lo que debe hacer. Estoy junto a ella para ayudarla a encontrar su camino en la vida, no para dirigirla.

Son personas diferentes a nosotros, ese es uno de los motivos por los que me gusta que tengan un nombre propio, y no el de su madre o su padre, como si tuvieran que seguir sus mismos pasos. Entiendo que a algunos padres les haga ilusión que lleven su nombre, cada cual hace lo que mejor le parece, pero yo personalmente no lo comparto, es como quitarles un pedacito de su persona única e irrepetible.


Tus hijos no son tus hijos (Kahlil Gibran)

Tus hijos no son tus hijos
son hijos e hijas de la vida
deseosa de si misma.
No vienen de ti, sino a través de ti
y aunque estén contigo
no te pertenecen.

Puedes darles tu amor,
pero no tus pensamientos, pues,
ellos tienen sus propios pensamientos.
Puedes abrigar sus cuerpos,
pero no sus almas, porque ellas,
viven en la casa del mañana,
que no puedes visitar
ni siquiera en sueños.

Puedes esforzarte en ser como ellos,
pero no procures hacerlos semejantes a ti
porque la vida no retrocede,
ni se detiene en el ayer.

Tú eres el arco del cual, tus hijos
como flechas vivas son lanzados.
Deja que la inclinación
en tu mano de arquero
sea para la felicidad.


La crianza con apego también se conoce como crianza respetuosa, crianza consciente o crianza natural. El término es una adaptación al español del término inglés “attachment parenting”, y que fue acuñado por el pediatra William Sears en el libro que lleva el mismo nombre.

En la página Attachment Parenting International, encontramos, en español, los ocho principios de la crianza con apego. Podéis leer más sobre cada uno de ellos clickeando en los enlaces:

- Prepararse para el Embarazo, el Parto y la Crianza.

- Alimentar con Amor y Respeto.

- Responder con Sensibilidad.

- Contacto Corporal.

- Participar activamente en la Rutinas del Sueño.

- Proporcionar Amor y Cuidado Constante.

- Usar Disciplina Positiva.

- Procurar un Equilibrio entre la vida Personal y la vida Familiar.


La teoría de la crianza del apego no considera que tengamos que seguir todos estos principios al pie de la letra, sino que cada familia se desarrolle en la manera en que mejor funcione teniendo siempre en cuenta las necesidades del/a niñ@.

No creo que haga falta leer u oír acerca de este tipo de crianza para estar cercanos a ella. Como comenté al principio, fue investigando, como descubrí que este tipo de crianza era prácticamente con la que nosotros habíamos decidido de forma “natural”, instintiva, criar a nuestra hija. Como decía, en todo caso, el leer sobre lo que tú ya estás haciendo puede ayudarte a no sentirte culpable o un bicho raro, como algunos quieren hacernos creer con sus consejos erróneos y llenos de prejuicios y violencia contra l@s niñ@s.


La psicología, la neurología, la pediatría y la antropología están de acuerdo en que los bebés necesitan mucho contacto y cariño. A pesar de ello parece que la crianza tradicional no quiere perder el estatus que ha tenido durante tanto tiempo, aún habiendo quedado claro que ni funciona ni nos hace más felices, más bien al contrario. Hay que erradicar de una vez esas ideas arcaicas que ven a l@s pequeñ@s como malos y manipuladores, como nuestr@s enemigos. Nuestr@s hij@s nos necesitan, son seres maravillosos que sólo quieren ser amados, escuchados y tenidos en cuenta, porque es lo que necesitamos todos para sobrevivir.