domingo, 3 de abril de 2011

En mi otra vida

Animada por la iniciativa que ha tenido Ana del blog Creciendo con David voy a tratar de relataros cómo se fraguó en mí la maternidad y cómo ha cambiado en algunos aspectos mi manera de ver las cosas.

Hace tiempo tuve algunas ideas para una entrada sobre lo que pensaba antes y después de ser madre y, aunque las he ido aparcando, esta iniciativa las ha hecho aflorar de nuevo y me ha hecho plantearme otras cosillas.

En mi otra vida:

Hace seis meses y medio, con treinta y tres años, fui mamá por primera vez.

Yo nunca he querido tener hij@s, de hecho mis padres ya se habían hecho a la idea, muy a su pesar, de que no iban a ser abuelos (mi hermana, hoy por hoy, sigue sin querer tener hijos). En alguna ocasión incluso llegué a plantearme seriamente una intervención radical como anticonceptivo. Tenía muy claras mis razones, aunque algunas permanecían ocultas en la sombra. Todavía hoy día, aunque reconocidas, algunas las tengo escondidas bajo la cama.

Mi visión del mundo no era lo suficientemente buena para querer traer un nuevo ser. A día de hoy no es que crea que sea un jardín de rosas pero si creo que merece la pena. El tener un hijo no me parece cualquier cosa, como algo que se tiene que hacer, sino algo que requiere de mucha responsabilidad. Ni me veía con esa responsabilidad ni la quería. Una vida es tan importante, y si hacía algo mal y le creaba un trauma…

Siempre he hecho más o menos lo que he querido. He viajado, he salido de juerga hasta hartarme, he disfrutado con mis amigos, he podido dedicar mi tiempo a realizar actividades que me gustan.

Me ha interesado mucho la psicología, el intentar crecer y aprender como persona, el indagar los fantasmas y las sombras propias. Quizás por eso poco a poco fui dejando paso, aunque al principio me resistía, a las voces que me decían que sería algo precioso tener un@ hij@ con la persona con la que compartía y comparto mi vida, con mi compañero de ruta al que quiero con locura y que sería (y sin duda lo es) el mejor padre del mundo. Fui dejando paso a las voces que me decían que tenía mucho que ofrecer como madre.

En ningún momento me he planteado que la vida que llevaba antes de tomar la decisión de ser madre haya sido un error. Al contrario, creo que todo tiene su tiempo. La decisión la tomé cuando estaba preparada para ello y no antes (porque tocaba o por dejarme llevar). Creo que hay múltiples maneras de realizarse y la maternidad es una de ellas, pero como he dicho no es cualquier cosa, pues una vida va a depender de ti y creo que hay que estar preparada para abrirte a ella y darle todo lo que necesita.

Como he dicho mi deseo de ser madre me llegó en el momento que correspondía, ni antes ni después. No estoy diciendo que esto sucediese de un día para otro, sino que poco a poco me iba dando cuenta de que no quería las mismas cosas que antes en mi vida e iban surgiendo nuevos sentimientos y deseos, hasta ser plenamente consciente de que deseaba tener un@ hij@. Me llegó en el momento en el que estaba preparada para darlo todo de mí, antes no hubiera podido. Y ese deseo no hizo desaparecer todos los miedos, sino ser más valiente para enfrentarme a ellos.

Así que, por ahora, de lo único que me arrepiento es de no haber sido capaz de aguantar un poco más sin epidural (tuve un parto bastante largo, ya os lo contaré otro día, es la escusa que siempre me pongo) para poder haber estado más conectada con mi cuerpo y con el nacimiento de mi hija, y por haberla sometido a los riesgos que la epidural conlleva. También me siento culpable de las veces que exhausta y nerviosa, en los momentos que mi nena está más difícil, he perdido los nervios y no la trato como se merece.

Antes de plantearme ser madre cometí el error de juzgar a algunas mamás por diversos motivos, y sólo por no ponerme en su lugar o por desconocimiento. Ahora se que toda mamá y todo papá lo hace lo mejor que sabe y lo mejor que puede. Aunque no puedo dejar de opinar que hay excepciones de irresponsabilidad.

Y después de reconocer que deseaba ser madre, pero antes de estar conectada totalmente con la maternidad, cometí algunos errores a la hora de plantearnos cómo llevaríamos el tema de la crianza. Tenía la descabellada idea de poner al bebé desde el principio en su cuarto, entre otras cosas, para que se fuera acostumbrando (ahora colechamos, vete tu a saber hasta cuando, y yo quería perderme el placer de despertar junto a mi hija); pensaba que un cachete a tiempo podía prevenir males mayores, era lo que me habían enseñado (ahora soy consciente de la falta de respeto que eso supone). Menos mal que las clases de preparación al parto y las lecturas de algunos libros como “Bésame mucho” me hicieron darme cuenta de muchas cosas, entre otras que no todo lo que me habían dicho hasta ahora era cierto, sino que tenía que confiar más en mi instinto, y eso fue lo que hice, apoyada en todo momento por el papá y con Minerva como mi mejor maestra.

12 comentarios:

  1. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  2. Está claro que la maternidad cambia la visión que tenemos de las cosas. Hasta que no se es madre no se llega a comprender del todo.
    No conocía tu blog. A partir de ahora me pasaré por aquí.

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  3. Carol, que historia tan bonita!!! muchisimas gracias por compartirla con nosotras!!!

    Un fuerte abrazo.

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  4. Ana, gracia a ti por la iniciativa.

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  5. La verdad sin tapujos. Estos deseando ver el día en que Minerva lea todo esto. ¡Menudo legado! Por otra parte, quiero que llegue despacio...
    ¡¡Preciosa historia!!! Y encima verídica, ¿qué más se puede pedir?

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  6. Esther, sí, mejor que el tiempo pase despacio para disfrutarlo con la enana, que bastante rápida han pasado ya estos seis primeros meses.

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  7. ¡Es precioso todo lo que dices!

    No te culpes por el tema de la epidural y por perder los nervios en alguna ocasión. Somos madres pero también somos seres humanos y es lógico que busquemos evitar sufrir o que nos alteremos ante determinadas situaciones. Por todo lo que cuentas eres una madre excepcional y tu hija te lo sabrá agradecer cuando sea más mayor.
    Desde hoy una seguidora más :)

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  8. Gracias Silvia, desde luego para mi es muy importante (e imagino que para cualquier madre) que mi hija sepa que la adoro, a pesar de nuestras "meteduras de pata" inevitables.

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