jueves, 3 de noviembre de 2011

La historia de nuestro colecho


Antes de empezar quiero dejar claro que esta historia es nuestra y sólo nuestra. Es decir, que lo que a nuestra familia le ha servido y le sirve no tiene por qué servirle a las demás y viceversa.

En las clases de preparación al parto el colecho fue el tema más controvertido, una cosa era tener al bebé lo más cerca posible por si nos necesitaba y para estar más tranquilos, y otra era meterlo en la cama. Mi matrona nos trajo un libro sobre colecho (no recuerdo su nombre), como hacía otras veces con otros temas, pero esa vez no me molesté ni en echarle un vistazo. En aquel momento tenía claro que eso no era para nosotros.

Cuando nació Minerva me la pusieron conmigo en la camilla y me dijeron cómo colocarme de lado para darle el pecho, mientras esperábamos a que se pasase el efecto de la epidural para que nos bajasen a planta. Y ahí estaba mi niña pegadita a mí, hecho que al principio recién parida disfruté enormemente. Pero según fue pasando el tiempo comencé a impacientarme, estaba muy cansada y me daba terror dormirme y aplastar a mi bebé. Así que en vez de seguir disfrutando y dejarme llevar por ese precioso momento empecé a sentirme nerviosa, a estar incómoda. Ahora lo pienso y me siento fatal, ¿qué recibimiento le di a mi pequeña? Sólo quería bajar a planta para ponerla en su cunita (siempre que no llorase, eso lo tenía claro), todo por mi miedo a hacerle daño.

Como ya sabéis, sino podéis leerlo aquí, Minerva no consiguió engancharse bien y estuvimos con pezoneras hasta los cuatro meses y medio. Además de que las tomas eran eternas, podíamos estar media hora o cuarenta y cinco minutos en cada pecho entre unas cosas y otras, tuve algunos problemillas añadidos como una subida de leche bestial que hizo que tuviese que estar sacándome leche cada dos por tres (aunque también lo achaco a las pezoneras), y más tarde una mastitis. El caso es que los primeros días, entre todo esto y la revolución hormonal apenas dormía y lloraba desesperada pensando si podría con todo aquello y si sería así toda la lactancia. Recuerdo que mi compañero de ruta me animaba a meterme a nuestra bebita en la cama, pero yo me negaba. Además luego comprobé en alguna siesta en la que terminaba metiéndome con la nena en la cama, que con las pezoneras era muy difícil y casi imposible, porque se le escurrían de la boquita y no se si por esto o por mi estado de alerta para no dormirme, Minerva tampoco parecía estar cómoda mamando tumbadas en la cama. Así que pasaron cuatro meses y medio en los que me levantaba dos veces de media para darle el pecho en el sofá, en los que terminé medio durmiéndome con ella en brazos, consiguiendo descansar algo más pero con una torticolis y un dolor de culo y de piernas impresionantes.
Ahora lo pienso, y manda narices, porque lo que no se recomienda es dormir en un sofá con un bebé. Si bien es verdad que la tenía en brazos sobre el cojín de lactancia, normalmente con los pies en alto y en esa postura era imposible que se cayera.

Cuando nos deshicimos de las pezoneras el papá me volvió a sugerir que la metiese en la cama con nosotros cuando se despertaba por la noche y eso empecé a hacer sin ninguna contrariedad, pero con mucho miedo. Ponía una almohada entre el papá y yo, pues tampoco me fiaba de él (pobre), y yo metía el brazo que quedaba bajo mi almohada entre los barrotes del cabecero, por si me daba por bajarlo o me giraba sin darme cuenta y aplastaba a mi niña. A veces ni me dormía mientras duraba la toma, que ya eran mucho más cortas, o me despertaba al poco y la volvía a dejar en su cuna. Poco a poco me di cuenta de que no me movía ni un centímetro y que si era ella quien se movía yo la sentía al instante. Así fue como por fin fui perdiendo el miedo y comencé a disfrutar de algo tan maravilloso como es dormir junto a las dos personas más importantes de tu vida. El saberla siempre a tu lado, su respiración, su calorcito, su preciosa carita al despertarte por las mañanas, la tranquilidad de verla mamar las dos tan a gustito y quedarnos dormidas de esa forma tan embriagadora.

Mentiría si dijese que todo ha sido perfecto hasta ahora. Hemos tenido rachas en las que daba patadas, en las que se sentaba en la cama y al caerse medio dormida te daba un cabezazo de cuidado, en las que se ha despertado cada hora y a pesar de tener su tetita cerca esto no evitaba que te despertases y durmieses bastante mal esas noches (aunque no quiero pensar si me hubiese tenido que levantar cada hora a darle el pecho o a dormirla, que es lo mismo), y rachas en las que en alguna de las tomas de la noche se dedicaba a rascarme con las unas el pecho o la tripa (da igual que le acabes de cortar las uñas) cosa que reconozco que me ponía y me pone de muy mala mala leche.

A los nueves meses, estando en Asturias de vacaciones, al despertarme sin más una mañana, ví que la pitufa estaba sentada en la cama, despierta. No había hecho ningún ruido ni había hecho por despertarnos. Y temí que volviese a hacer lo mismo y le diese por irse hacia los pies de la cama y se cayese. El caso es que las veces que lo ha vuelto a hacer siempre me he despertado, menos mal que tenemos ese sexto sentido. Aún así a partir de ahí tuvimos que remodelar la habitación, porque claro, cuando el papá se va a trabajar el ponerle una almohada ya no le frena. Así que lo que hemos hecho es mover la cama hacia la pared, la mesilla que estaba en ese lado del papá ha quedado seguida de la mía, y a mi lado tenemos la cuna que utilizamos de barrera y para alguna siesta de la nena, aunque la mayoría se las sigue echando encima mía. Y para dejarlo todo bien seguro, en el suelo, a los pies de la cama, hemos puesto un montón de cojines. Pero ya os digo yo que aunque crea que no la voy a sentir si se despierta y le da por irse de marcha, sí que la siento.

Hasta ahora esta es la historia de nuestro colecho. Todavía nos queda mucho por vivir, por sentir y por disfrutar nuestro sueño juntos.
Todavía no le hemos comprado los muebles de su habitación y tampoco tenemos ninguna prisa por hacerlo. Creo que como todo hasta ahora, lo iremos viendo sobre la marcha.

Puedo decir que una de las cosas que he descubierto con la maternidad es el colecho, yo que me lo quería perder. Podría enumerar unas cuantas razones por las que colechamos actualmente, pero sólo diré dos, por amor y por instinto.

20 comentarios:

  1. Yo te comprendo, Iván se ha "independizado" hace un par de semanas apenas y lo echo de menos, tanto que de vez en cuando me dejo caer y lo meto en la cama, porque me encanta sentirlo cerca. Como tampoco quiere dormir solo es su padre el que duerme con él en su cuarto, así que Antía en principio duerme en su minicuna, pero si se despierta en medio de la noche para mamar ya la dejo conmigo en la cama y me encanta!

    ResponderEliminar
  2. Fueron duros los comienzos eh? Yo en particular descubri que con el colecho todos descansamos mejor... Con mi niña mayor eran horas y horas de pasearnos (por turnos) por toda la casa a cualquier hora de la madrugada, para desp. ponerla en su cunita y que se vuelva a despertar :(
    Era terrible pasar asi las noches. Todo por escuchar las "advertencias" de que no la iba a sacar mas de mi cama si la dejaba meterse en ella... Que idiotez.
    Nunca colechamos con Abril (salvo en la siestitas :) y al dia de hoy con Bianqui hacemos colecho a medias, se duerme en nuestra cama mientras miramos la novela :P , la levo a la habitacion de Abril donde tiene su cunita, y duerme unas horitas ahi. A partir de q despierta para tomar su tetan (como le dice ella) sigue en nuestra cama hasta la mañana. La verdad es que lo disfrutamos mucho, mas alla de algun cabezaso o patada es hermoso despertarme con sus abrazos y sus sonrisas♥

    ResponderEliminar
  3. Hola Carol,
    Me encanta el comienzo de tu post…. Nosotros colechamos desde el principio, por practicidad y porque a mí, que dormía como un tronco (sniff!), me daba miedo no enterarme si nené me necesitaba (ilusa!)
    También hemos pasado por varias fases, al principio ni se movía, ahora desde que ha empezado a gatear…¡hay días que la cama parece un parque de atracciones, se despierta a media noche, se sienta, da un par de vueltas al ruedo gateando y ahora si se aburre ¡se baja solo y se pone a dar saltitos agarrado al borde de la cama!
    (desde que ha aprendido a bajar sin problemas estoy más tranquila porque me pasaba un poco como a ti y temía que se cayera)
    Por cierto, que alivio oírte decir que a ti también te rasca el pecho y la tripa por la noche… nene también lo hace y ¡me pone de los nervios!
    Y con todo, sentimos que es lo que ahora es lo que los 3 necesitamos!
    Abrazos colecho

    ResponderEliminar
  4. Que entrada tan bonita Carol. Para mi dormir con mi pequeña ha sido una de las mejores sorpresas que me ha dado la maternidad. Al principio tenia los mismos miedos que tu pero el hecho de darme cuenta de que no pasa nada si se tienen unas ciertas medidas de seguridad me ha hecho disfrutar mucho de estos momentos... también hay algunas noches complicadas como hoy que se pasado la noche dormida encima mia literalmente pero a mi me encanta esa sensación... Un besazo y a seguir disfrutandola

    ResponderEliminar
  5. Carol que bien lo has explicado. A mi me pasó algo parecido, al principio tenía pánico a aplastarlo o hacerle algo y no lo metía en la cama por mucho que su papi insistiese. Cuando superé el miedo descubrí que dormir con mi pequeñajo es lo más maravilloso del mundo, pese a las patadas, cabezazos y demás

    ResponderEliminar
  6. No te preocupes por lo que pasó durante los primeros meses, todas las madres novatas hacemos cosas de las que luego, a toro pasaso, nos arrepentimos. Me alegro de que después disfrutaráis del colecho. En cuanto a lo de las diferentes fases o noches es algo normal, es así el sueño de muchos niños y el colecho mitiga muchos de los efectos devastadores de las noches toledanas...
    Que sigáis disfrutando, un besote.

    ResponderEliminar
  7. Muy lindas dos razones. Las mismas que tenemos nosotros =)

    ResponderEliminar
  8. Carol, gracias por compartir... A mí me parece una historia muy bonita, de aprendizaje mutuo, de conoceros, de perder miedos, de escucharse tanto para hacer una cosa como la otra... Me alegro de que finalmente hiciséis ese huequín en el dormitorio a vuestra justa medida.

    Nosotros también colechamos, desde la primera noche en el hospital, nunca me asustó aplastarla ni que la aplastara su padre (a él sí y dormía en el filo de la cama) pero lo que me daba pavor era que la cubriésemos completamente al arroparnos nosotros, hacía mucho frío en casa cuando ella llegó. Solución: el edredón bien remetidito hasta donde ella quedaba descubierta y yo dormir con una rebeca puesta!
    Un fuerte abrazo!

    ResponderEliminar
  9. Nereida, yo tengo clarísimo que el día que se vaya a su habitación voy a echar mucho de menos el dormir junto a ella, para que luego digan que son ellos los que se malacostumbran. Besitos

    Bren, los comienzos fueron duros, pero hemos recigido con creces sus frutos. Qué manía con las advertencias, como comienzo diciendo en el post, lo que vale para una familia no tiene por qué valer para otra, y además suelen ser advertencias hechas desde el desconocimiento. A pesar de todo ahora disfrutamos tanto, verdad? Un besazo

    Magia, nosotros le hemos empezamos a enseñar cómo bajarse de la cama para que si alguna vez lo intentaba y no nos dábamos cuenta (cosa que noa ha ocurrido) no se hiciese daño, y ahora se baja con una soltura... Nosotros también nos hemos dado cuenta de que lo necesitamos. Abrazos

    María, hay que ver con los dichosos miedos, menos mal que los hemos superado, porque desde luego ha merecido la pena. Nosotros también hemos dormido alguna vez con la pitufa encima, bien porque no se dormía o porque estaba malita, y aunque ya pesa bastante, como dices, es una sensación maravillosa. Besitos

    MamaEncantada, qué papás tan estupendos, verdad? que son los que nos animaban a dormir con nuestros bebés. Las malas rachas quedan en nada con lo que ganamos todos los días despertándonos a su lado. Un abrazo

    María. M, gracias por tus palabras, se que es cómo aprendemos, pero me da tanta pena que tenga que ser a costa de ellos. Yo por mi experiencia se que el colecho nos ayuda a los tres a dormir mejor, incluso en esas noches que son más guerreras. Un besazo

    Paola, me alegro de que compartamos los mismo motivos. Besos

    Cocolina, gracias. Desde que nació Minerva no hemos dejado de aprender, pero en el tema del colecho ha sido un grandísimo cambio y me alegro tanto... Por eso creo que no debemos cerrarnos, sino escuchar lo que necesitamos y perder esos miedos que lo único que hacen es paralizarnos. Nosotros también dejamos la manta hasta su altura y nos cubrimos a parte. Un besazo

    ResponderEliminar
  10. Carol, yo también siento familiares algunas de las situaciones que aquí describís: el colecho fue un descubrimiento, ya que la primer semana colechamos, pero después por los mismos temores de hacerle daño al peque, lo ponía en la cunita al lado de mi cama, a la semana volvimos a colechar a medias, porque sólo lo ponía la primer parte de la noche en la cuna y cuando pedía la primer teteada nocturna... a la camucha hasta que nos despertemos todos!!!. También tenemos algunas noches medio movidas, pero es porque él también tiene en esas noches un sueño intranquilo. Y a veces TAMBIEN ME RASCA pero no sólo eso sino que le gusta darme pellisquitos muyyyyy finitos, de esos que te hacen ver las estrellas...
    Tanto al papá como a mi nos encanta dormir con él, justamente me contaba el otro día que lo que más le gusta es esa primer imagen a su lado para arrancar el día e irse a trabajar.

    Hermosa entrada! Besotes muchos
    Flor

    ResponderEliminar
  11. Hola wapa !!!
    K bonito poder disfrutar de esos momentos...
    Un abrazo :D

    ResponderEliminar
  12. MaterArte, menos mal que hemos ido perdiendo esos miedos, porque lo que disfrutamos con nuestros hijos, a pesar de alguna noche mala (aunque también la tendríamos si no durmiénsemos con ellos), no tiene precio. Minerva también me daba pellizquitos, pero hace mucho que ya no me hace eso. Un besazo

    Virgini@, son momentos inolvidables. Un abrazo

    ResponderEliminar
  13. Qué casualidad! Precisamente llevo mucho tiempo queriendo contar mi historia con el colecho tenia en mente escribir muy pronto sobre ellos. Me ha encantado conocer tu experiencia, tiene muchos puntos en común con la mía. Besos!

    ResponderEliminar
  14. @Mousikh:
    Gracias. Llevaba tiempo con la idea rondándome, tenía ganas de contar nuestra experiencia con el colecho.
    Espero que nos cuentes la vuestra en breve :)
    Un abrazo

    ResponderEliminar
  15. Yo nunca he colechado con mi enano porque siempre me ha dado mucho miedo aplastarle y conforme se fue haciendo más grande porque resultaba imposible dormir en la misma cama los tres juntos por nuestras particulares formas de dormir pero imagino que será precioso poder disfrutar de esos momentos junto a tu peque!

    ResponderEliminar
  16. Silvia:
    Estoy segura de que habéis encontrado la manera que mejor os viene a los tres, en la que podéis descansar y el peque siempre os tiene cuando os necesita.
    Un abrazo

    ResponderEliminar
  17. Carol, me alegro mucho por ti, por Minerva y por su papi! Lo importante no es aprender sabidas sino aprender por el camino ;)

    Un besazo!

    ResponderEliminar
  18. Carol:
    Y lo que estamos aprendiendo... todo gracias a mi pitufa.
    Un abrazo

    ResponderEliminar
  19. PRECIOSO y lo que más me ha gustado es que tambien has contado el lado malo, pero aun asi es precioso.
    A mi tambien me daba mucho miedo aplastarla o cualquier cosa pero por cosas del sextp sentido como bien tu dices nunca paso nada.
    Un besote

    ResponderEliminar
  20. Erna:
    Me gusta ser sincera, viendo el lado positivo y negativo, para dar una visión real.
    Hay que ver cómo vamos perdiendo esos miedos gracias a nuestros pequeños.
    Besitos

    ResponderEliminar