miércoles, 9 de marzo de 2011

Su primera vez en la piscina

Por fin hemos llevado a nuestra pequeña sirena a matronatación. No creo que sea necesario decir que la que estaba deseando ir era yo, pues a ella creo que por ahora le da un poco igual.

Donde vivimos no hay ni piscina cubierta, pero aún así hemos tenido suerte porque en el municipio de al lado no sólo hay centro acuático sino que además imparten “natación” para bebés, a partir de seis meses (ningún problema con que todavía le faltasen nueve días). Esto quiere decir que tenía que coger el coche (no es que me importe ir en transporte público, la nena ya conoce el tren y el metro, pero es que para ir a nuestro destino teníamos que coger dos autobuses, total para ir aquí al lado, tardando casi el triple de tiempo entre esperar los autobuses y las vueltas que dan). El caso es que es la primera vez que cojo el coche con la nena, las dos solas, y sin poder llevarla a mi lado en el asiento del copiloto, pues el coche tiene airbag sin mecanismo para quitarlo y en el taller nos dicen que lo pueden quitar aunque es ilegal. Así que hemos tenido que comprar unos espejitos para poder verla, lo cual no me consuela nada, porque de qué me sirve verla si ella no me ve a mí. Menos mal que se portó fenomenal, fue muy tranquilita a la ida y a la vuelta vino durmiendo, sino me dan los siete males, porque bastante nerviosilla iba yo de por sí que no suelo coger el coche.

Después de haber divagado un poco vamos al tema. Era la más pequeña de tres niñas, una que ya andaba y otra que parecía tener un par de mese más. Suerte hemos tenido de ser un grupo nuevo, primero porque puede haber hasta ocho niñ@s, y segundo porque había lista de espera. Me advirtió el monitor, por cierto muy majo, que no haría demasiadas cosas al principio, poco a poco. Tenía muchas ganas de ver cómo se desenvolvía en el agua pero, quizás por ser su primera vez, no mostró mucho interés. Si bien es verdad que en ningún momento se quejó (las otras dos nenas no parecían estar nada a gusto), lo único que hacía era mirarlo todo. Ni siquiera se inmutó cuando al final la sumergí un poquito y rapidamente la cabecita. Con lo que le gusta patalear cuando la bañamos en casa, salpicándolo todo, allí apenas se movió dejándose hacer.

Hicimos varios ejercicios. La nena sobre mi espalda, agarrándola de sus manitas y yo medio sumergida para que ella estuviese siempre en contacto con el agua; su cabecita en mi hombro y con una mano sujetándole el culete, estos dos ejercicios fueron los que más me gustaron; una mano en su espalda y la otra en su tripita, dándole vueltas boca arriba y boca abajo; tumbada ella sobre una tabla como si hiciese surf; sentadita en el bordillo a ver si hacía por tirarse al agua, cosa que no pasó... y unos cuantos ejercicios más.

Me habían advertido que la primera vez bastaba con quince minutos y de hecho el monitor nos comentó que con media hora tenían suficiente y que si les notábamos molestos o que tenían frío les sacásemos enseguida. Así que tenía intención de salir del agua pronto, por ser el primer día, pero cuando quise darme cuenta los cuarenta y cinco minutos que dura la sesión habían pasado volando.

Me gustó bastante el sitio. Antes de apuntar a la nena nos informamos de que hubiese un vaso especialmente para los bebés y que la temperatura del agua y la cloración fuesen idóneas para ellos. No se si el agua estaba exactamente a 32º ni qué cloración había, pero puedo constatar que el agua estaba calentita y para nada olía a cloro. In situ pude comprobar que las instalaciones eran adecuadas para poderse cambiar la mamá sin problemas, en los vestuarios había tronas y cambiadores, para cambiar también cómodamente al bebé. Otro punto son las taquillas con llave que había en los vestuarios, para mí muy importante, aunque junto a la piscina de los bebés había un gran banco donde poder dejar sus capatoallas y la mochila si se quería.

Como la cafetería dispone de un amplio ventanal que da a la piscina los abuelos ya han dicho que un día se vienen con nosotras para ver a la sirenita en el agua.

A ver si en semana santa el papá se puede ir ese martes por la mañana con su nena a la piscina, que también le hace mucha ilusión.

Nos contó mi suegro, ya que este fin de semana han sido los carnavales, que os voy a contar a algun@s, que vio a una mamá disfrazada de sirena con su bebé de pececillo. ¡Ay, qué bonito! ¡Me encantó la idea! Pues ya para la entrada que hice sobre matronatación estuve buscando fotos de sirenas con sus bebés.

Ya estoy deseando que llegue el martes que viene.

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