martes, 7 de enero de 2014

¿Podemos odiar a nuestros hijos?

Me resulta difícil escribir lo que bulle por salir. Llevo tiempo queriendo escribir este post, y lo hago hoy quizás empujada por la racha que llevamos, porque cada vez me conozco y acepto más, y/o porque no quisiera transmitir en mi espacio (en los artículos que escribo) que soy la madre perfecta, que todo lo sabe y todo lo hace bien con su hija.


Las madres no somos perfectas ni somos siempre “buenas madres”, no amamos incondicionalmente siempre a nuestros hijos, ni lo sabemos todo acerca de ellos. Las madres no sólo albergamos amor, también albergamos violencia, unas mas otras menos, o quizás es que unas sabemos contenernos mas o menos que otras. Y lo peor de todo es que esto parece ser un tema tabú entre muchas de nosotras, madres, que queremos lo mejor para nuestros hijos y nos cuesta reconocer ante los demás, pero también antes nosotras mismas, que lo que hacemos en ocasiones no es lo mejor para nuestros pequeños. Nos cuesta reconocer que, a pesar de predicar lo contrario y sabernos muy bien la teoría, en ocasiones nos comportamos violentamente con nuestros queridos hijos.

Nunca he pegado a mi hija. Pero si he deseado hacerlo, si he querido hacerla daño para satisfacer de algún modo mi frustración, y he sentido miedo de no saber controlarme. Nunca he pegado a mi hija, pero si la he tratado en ocasiones con violencia en las múltiples facetas de esta. Nos escudamos entonces en esa mochila que todos llevamos acuestas, en nuestras carencias infantiles, nuestros miedos o ese sufrimiento escondido a empujones en lo más profundo de nosotros y que nuestros hijos consiguen sacar tan fácilmente. Y ya no hablo de sentirnos superadas o de no tener apoyo o ayuda en la crianza de nuestros hijos.

¿Pero acaso todo eso es motivo para comportarnos como monstruos con nuestros hijos? Los adultos ahora somos nosotros, y dejar que nuestra niña interior lidie con nuestros propios hijos es un despropósito. No es fácil sanar a nuestra niña interior, eso requiere de un proceso largo y consciente por nuestra parte; pero dejar a nuestros hijos a manos de nuestra parte violenta (no olvidemos que esa parte también es nuestra, tratar de negarla es tratar de negarnos a nosotras mismas) sin más, me parece peligroso. El problema, como le digo a mi hija (quizás deberíamos repetírnoslo más los adultos), no es enfadarse, esto es algo legítimo a todos, sino dañar al otro (de la manera que sea) en nuestro enfado.

Nos vemos desafiados por nuestros hijos (perspectiva desde la posición propia infantilizada), nos sobrepasa una rabieta (uniéndonos a ella en vez de “tratarla” desde fuera), nos fastidian los gritos o el llanto inconsolables, nos supera una demanda con la que no estamos de acuerdo… y en vez de ver el sufrimiento, la incomprensión o el miedo de nuestros pequeños, sólo vemos los nuestros propios, y convertimos el desacuerdo en una espiral de confrontación, donde por muy mal que nos creamos sentir, el niño (y no me refiero a nuestro niño interior) siempre tiene las de perder.

Cuando llegamos a ese punto de nubarrón donde ya no vemos ni pensamos, sólo sentimos rencor e ira, y sólo deseamos sacar toda la frustración (mierda) que llevamos dentro, lo único que hacemos es dañar más y más a nuestras indefensas criaturas. ¿Qué hacer cuando tu hijo te pide un abrazo o un beso pero lo único que deseas es desahogarte en el daño físico? Sabes que con ese abrazo la situación podría empezar a calmarse pero no puedes dar ese abrazo porque en ese momento no lo sientes, porque para que la situación vuelva a su cauce la que tiene que calmarse eres tú.

En ocasiones mi hija me ha dicho algo que ha hecho, como si pulsase un resorte en mi interior, que pueda volver a la realidad. Frases como “no puedo dejar de llorar mamá, ¿qué puedo hacer?”. Pero esas frases no siempre suceden. Soy consciente de  que tengo que establecer un código con mi hija, para que cuando se den esas situaciones y la adulta no sea capaz de tomar el control (es decir, yo), sea al menos la niña quien de la voz de alarma.

Por esto, y otras muchas cosas, me parece muy prepotente que los adultos nos creamos por encima de los niños, sabedores de toda la verdad. Nos queda mucho por aprender y por superar. Y lamentablemente lo hacemos a costa de nuestros hijos.

¿Creéis que los adultos siempre nos comportamos como tales?


Si la información te ha resultado útil te invito a seguirme en facebook y a darte de alta en el boletín, para que puedas estar al tanto de mis artículos, además de mis talleres, sorteos, novedades y ofertas.

33 comentarios:

  1. Me ha encantado y me siento muy reflejada.
    Más de una vez he dicho que la rábieta ha sido mia y no de mi hijo. Así que no, no siempre nos comportamos como adultos. Mucho nos queda por aprender de los niños.
    Y un gran camino para trabajar y mejorar.
    Gracias por esta reflexión, me ayuda a hacerlo a mi también.
    Un saludo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias, vuestros comentarios me confirman que no estamos solas en esto.

      Cada vez que me veo en estas situaciones intento ver qué es lo que me ha molestado tanto e indagar más profundamente para que no vuelva a suceder. Pero lo llevamos tan integrado... Las rabietas de nuestros hijos son parte de su aprendizaje como niños que son, las nuestras son rabietas no expresadas o permitidas cuando correspondían.

      Un saludo.

      Eliminar
    2. Hola Mamas, apoyaros unas a otras en estos comportamientos. El tiempo pasa factura. He vivido situaciones como esa con mis padres y ahora solo quiero verlos el dia de su entierro. Dicen que la Naturaleza es sabia. De sabia nada tiene pq mujeres como vosotras deberian salir esteriles.

      Eliminar
    3. Nusca:
      Decirte que por tus palabras no has debido de leer el artículo.
      Precisamente por lo que muchos hemos vivido en nuestra infancia ahora tenemos que lidiar con esta parte violenta para no dañar a nuestros hijos.
      No existe la madre ni el padre perfecto, y todos perdemos alguna vez los papeles. Reconocerlo y querer ser mejores padres es un paso. Y en ocasiones es incluso necesario pedir ayuda.
      Resulta que aquí la que falta al respeto eres tu.

      Eliminar
    4. Nusca:
      Decirte que por tus palabras no has debido de leer el artículo.
      Precisamente por lo que muchos hemos vivido en nuestra infancia ahora tenemos que lidiar con esta parte violenta para no dañar a nuestros hijos.
      No existe la madre ni el padre perfecto, y todos perdemos alguna vez los papeles. Reconocerlo y querer ser mejores padres es un paso. Y en ocasiones es incluso necesario pedir ayuda.
      Resulta que aquí la que falta al respeto eres tu.

      Eliminar
  2. Como bien dices, los adultos nos comportamos como personas, ni más ni menos. Con nuestras debilidades, con nuestras frustaciones, con nuestro no saber hacer. Aprendemos eso de ser padres a consta de nuestros hijos, no nos queda otra, porque no es hasta que nos enfrentamos a esas situaciones, a ellos y a nosotros mismos cuando podemos poner en práctica o no aquello que quizás en la teoría, hemos apredndido. No es fácil, desde luego. Es una pena que algo tan importante sea un eterno ejercicio de ensayo, un constante aprender. Trsite y a la vez bontio poder evolucioanr a su lado.
    Un beso Carol

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Somos personas, y por eso nunca dejaremos de aprender. Pero somos adultos, y no me parece justo que pidamos a los niños comportarse como pequeños adultos (que no tengan rabietas, etc) cuando nosotros somos los primeros que las tenemos.
      Por eso siempre digo que mi mayor maestra está siendo mi hija, lo que me enseña sobre ella, sobre la vida y sobre mi misma.

      Un besazo guapa

      Eliminar
  3. Mis respectos por tu valentía haz puesto en palabras lo que tantas sentimos. Ahí vamos intentandolo unos momentos adelantes otros atrás y lo que dices del tabú es tan cierto.

    Contaré una anécdota: hace algun tiempo una buena amiga que hice en las redes sociales, con la que comparto la aventura de crianza consciente y respetuosa, me llamo por telefono, era nuestra primera conversación mas directa, para entonces no nos conocíamos en personas. Mientras hablábamos, mis hijos, no recuerdo ahora porqué, mis hijos lloraron y mi amiga comentó para bromear: tus hijos lloran?
    Me quedé sin habla, esa ingenua broma cuestionó la imagen que estaba proyectando y no pude escribir mas en mi blog que es una bitácora de mi maternidad. Qiice escribir sobre esto que sentía pero son emociones crudas, reveladoras de mi interioridad, pero lo haz sabido expresar muy bien.

    Compartiré con gusto

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias Claudia. Es algo que llevaba tiempo queriendo plasmar pero me costaba hacerlo, no es fácil.

      Cuando nos cuesta ver algo o no queremos reconocerlo puede suceder que nos quedemos bloqueados, como dices que te sucedió a tí. ¿Ya no escribes? Creo que sería una muy buena forma de desbloquearte y sacar todo fuera. Pero claro, como te digo no es fácil, tu ya lo sabes, por una misma y por lo que supone hacerlo público. Pero como ves es algo que nos sucede a todos, ¿quién no se siente identificado?

      Gracias a ti también por compartir esta anécdota y por compartir.

      Eliminar
  4. Tanto los hijos como los padres aprenden juntos, unos a ser adultos y otros a ser padres. Tu personalidad marcará tu estilo. El amor por tu hijo hace que quieras ser el mejor padre del mundo y mejor persona. Pero no es fácil para nadie, No hay que dejar de intentarlo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Suscribo tus palabras. Y sin duda jamás hay que dejar de intentarlo, porque para lo bueno y para lo malo siempre merece la pena.

      Eliminar
  5. Carol me encanta tu post. Qué peligro tiene muchas veces nuestro niño interior!! Por supuesto que nadie es madre perfecta, todas en un momento dado perdemos nuestro punto de cordura y como dices, nos volvemos más niños que nuestros propios hijos. Es un trabajo enorme y un camino muy largo que cada uno debe decidir emprender si quiere hacerlo, pero sí lo considero totalmente necesario. Justo el otro día se me fue a mí de las manos, pegué cuatro gritos por una chorrada, cuando yo ya estaba totalmente desquiciada y fue el pequeño el que me paró a mí, su "oye mamá ya te estás pasando" me hizo darme cuenta, ahora hasta me hace gracia la forma en que me paró pero no fue un momento agradable en ese momento. Estoy muy de acuerdo en lo que has dicho de establecer un código y dar a los pequeños la opción de decirnos que se nos va de las manos, porque a veces siendo nosotros los adultos no podemos verlo en un momento dado, ellos también pueden ayudar a fortalecer nuestro autocontrol. Besotes!!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Creo que son pocos los (nuestros) niños interiores que no están heridos. Por eso, como bien dices, creo que es importante trabajarlo, intentar sanarlo tanto por nosotros como por nuestros hijos.
      Sin duda ellos nos ayudan y nos enseñan tantas y tantas cosas, que siento mucha pena por quienes no se dan cuenta de esto, quizás precisamente por salvar a ese niños interior que llevan dentro.
      Un abrazo

      Eliminar
  6. Coincidoen todo con tu post Carol!!! Muchas veces quisera "matar" a mi hija por cualquier cosa pequeña o grande, y aun que nunca lo he hecho, me asusta pnsar en qu puedo perder el control. La violencia en las relaciones humanas es pan de cada día (lamentablemente) y nuestro hijos, por mucho que los amemos, no están a salvo de nosotras mismas. La verdad es que los adultos, muchas veces no somos tales. Y nos corresponde aceptarlo y comprenderlo para dejar de perdirles a ellos que se comporten como tales cuando no les corresponde y para evitar que nuestro propia inmadurez y dolor arrasen con todo!!! Gracias por ponerlo en evidencia!! Besos Carol y bendiciones este año que comienza!!!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. El miedo a perder el control nos dice también mucho de lo que llevamos dentro en nuestra querida mochila.
      Tienes razón, hay violencia, no se trata de esconderla, porque sólo conseguiríamos que traten de esconderla como hacemos muchos adultos. Se trata de saber canalizarla, encontrar la manera de no dañarnos ni a nosotros mismos ni a los demás.
      Un abrazo Zary.

      Eliminar
  7. Me ha encantado el.artículo..y también me.he sentido muy.identificada ya que a pesar de que mi hijito tiene sólo.un año...tiene un.dormir.muy.interrumpido..es decir, tiene muchísimos despertares ...muchos y hay noches que no.logró conciliar el.sueño ni siquiera una hora..eso(y no me.justifico) me ha llevado a enojarme mucho...al punto que a veces le duermo con enojo y aL momento de calmarme le pido perdón a mi bebé...llegando a pensar que soy mala madre! ....es muy difcil aceptar esto...pero estoy tratando de cambiar de enojarme y aceptar que esto es un largo proceso...hoy es su sueno ...manana es otra cosa...muchas gracias!!!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. lo suscribo todo me pasaba lo mismo todas las noches igual ...ahora tiene 21 meses y se sigue despertando algo menos pero yo ya lo llevo mejor....el cansancio hace estragos y que todavia sea mas dificil controlar a nuestra niña interior

      Eliminar
    2. por favor, colechad con vuestros hijos. Es bueno para vosotras y sobre todo para ellos. Recomiendo los libros de Rosa Jové al respecto. Es una reconocida psicóloga.

      Eliminar
    3. Yo llevo colechando con mi hija tres años y aún así ha sido una niña que se ha despertado mucho y a pesar de haber leído a Rosa Jové y saber que el sueño es un proceso evolutivo muchas veces me he sentido superada esas noches en las que estás agotada y no puedes más. Así entiendo lo que decís.
      Como digo la teoría nos la sabemos bien, pero hay momentos en los que el cansancio o el no poder más nos supera.
      De lo que se trata es de no perder de vista que ellos no tienen la culpa de nada, que son etapas y que todo pasa.

      Eliminar
  8. Me he sentido muy reflejada .... tengo dos nenes con autismo ( diferente grado ) y a día de hoy todavía no lo he aceptado del todo.pues físicamente son preciosos ( esta mal que lo diga soy su madre ;) ). Y quería comentar una cosa que me sucedió con mi grande tenia unos 4 años o así y el.pequeño un Añito .... es la primera vez que lo digo en público..... es muy duro de reconocer que sentí realmente pánico de lo que podría haberle hecho ....... el pequeño estaba gateando y mi grande suele subió de pie encima de la espalda....... me encendí y me puse como una energumena le pege un empujón y lo tire al suelo y empeze a darle collejas y estro mi marido en la habitación me paro recuerdo que mi pensiento siguiente era pegarle una patada ....... es horrible lo se...... automáticamente coji hora para el médico y me puse en manos de psicólogos y psiquiatras y estoy en tratamiento ..... yo he sido niña maltratada a golpes y patadas.y cosas mas fuertes .... y si que creo que eso me haya influido en mi comportamiento para con mis hijos

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

      Eliminar
    2. Como hija, nieta, sobrina...maltratada y tratada como loca al pedir ayuda y sacar esto a la luz debo salir en tu defensa. Suenas como una loca psicópata admitiendo algo así en abierto pero uno jamás sabe por lo que ha pasado el otro ni el daño tan enorme y a veces irreparable al que ha de enfrentarse. Al igual que nadie puede comprender que a alguien le cueste mirar hacia arriba o abajo desde un segundo piso salvo que tenga vértigo, muchíisimos serán quienes no comprendan este otro comportamiento o pérdida del mismo salvo que lo hayan vivido.

      El artículo, para mí, sirve para concienciar del daño de los malos tratos y recordar a los papis (todo recordatorio es poco) que todos podemos sentirlo, que es habitual y hasta "normal" por ser parte del ser humano, pero no por ello deja de herir y mucho.

      Pues si los maltratadores que han sido maltratados son víctimas (que lo son, también los psicópatas o asesinos) NO han de tratárseles como "malos adultos".

      Yo sí creo que hacerlo así de mal es actuar como adulto, como un adulto que ha tenido que mamar lo que ha mamado y ha quedado así de amputado. Es importate explicar también esto a los hijos para que entiendan el porqué y quién es su padre o quiénes los otros miembros de la familia. No se debe bajo ninguna circunstancia, a mi entender, restar importancia al trance por el que pasa el adulto, sino ayudarle si es posible (si no, todo apoyo siempre ayuda a mejorar). Cuando son dos quienes requieren ayuda, aunque sea uno más urgentemente que el otro, no se debe pensar que, como ya tiene cierta edad, ahora que se encargue de otras cosas, que ya no tiene ese derecho. No es un derecho, es una NECESIDAD prestar atención a ese padre. Una necesidad IMPERANTE.

      Un saludo a todos.

      Keipo

      Eliminar
    3. Anónimo1:
      No he podido evitar emocionarme con lo que cuentas, a mi no me parece que suenes a una loca psicópata, porque lo cuentas arrepentida, consciente y dolida. Por supuesto que influye ser un niño maltratado de adulto. Siento mucho por lo que pasaste y espero que logres tener esa ayuda para tener una crianza y una vida feliz junto a tus hijos.
      El darte cuenta para mi, como digo, es fundamental. Y el saber pedir ayuda ni te cuento.

      Eliminar
    4. Anónimo 2 (Keipo).
      Ninguna me parecéis locas psicópatas, ya he dicho antes por qué. Tiene que ser duro contar esto para pedir ayuda y encima recibir rechazo, después de todo lo que has tenido que sufrir de niña.
      Tenemos la mala costumbre de juzgar, sin conocer lo que hay de fondo, y hay historias tremendas, como son las vuestras.
      Para mi el reconocerlo y pedir ayuda es muy valiente por vuestra parte. Y al contrario, os hace más cuerdas, porque no lo escondéis ni lo justificáis, sino que queréis sanar, como deberíamos querer todos esos padres que en algún momento dañan a sus hijos de la manera que sea simplemente por frustración propia.
      Lo que hemos vivido de niños no justifica nuestra acciones presentes, pero el querer ser mejores padres y saber cuando tenemos que pedir ayuda nos hace avanzar. Como dices es una necesidad tanto para nosotros como para quienes están a nuestro cargo.

      Eliminar
  9. Carol, otras veces hemos coincidido en este tema y solemos sentirnos bastante identificadas las una con la otra. Primero decirte que me alegro mucho que hayas escrito sobre ésto porque se que te costaba y deseabas hacerlo.. y además pones voz a muchas de nosotras, gracias! Es un pasito más en la sanación de esa niña, no? A mi personalmente es un tema que en estos momentos me escuece y mucho.. llevo tiempo intentando ponerme en frente de esa sombra que tanto miedo me da sin conseguirlo, no se donde se esconde la verdad, solo la veo cuando de repente sale! No se como evitar que siga dañando a mis pequeños.. me siento frustrada, impotente e incapaz de realizar el cambio, estropeada,.. aunque ahora al escribirte me doy cuenta de que si no estuviera intentandolo igual estaría haciendo mucho más daño a mis hijos.
    Te mando un abrazo largo, Carol, seguiremos como podamos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Desde que llevo queriendo escribir sobre esto... pero bueno, lo que he hecho cuando realmente las palabras salían solas en forma de catarsis. Siempre viene bien sacar lo que llevamos dentro, y más cuando te das cuenta de que somos tantas y tantos los que pasamos por lo mismo.
      No es fácil ponerse delante como dices, ni cambiar del la noche a la mañana por mucho que queramos. Pero no vamos a dejar de hacerlo por ello, seguiremos queriendo ser mejores madres y mejores personas, por nuestros hijos y por nosotras mismas.
      Sino fuésemos conscientes de esto, por desgracia como dices, entonces si que estaríamos haciendo un gran daño a nuestros hijos.
      Deberíamos hacer grupos para intentar sanar a esas niñas que llevamos dentro, para sanar, para sentirnos acompañadas y con energía y ánimo de que vamos a conseguirlo.

      Un besazo preciosa

      Eliminar
  10. Te agradezco mucho este Post Carol, es de esas cosas que jamás se habla y la verdad me atormenta muchísimo, cuando me enfado con mi hijo después vivo un infierno de culpabilidad, por supuesto que no lo agredo, pero a veces me desquicia y no paro de preguntarme cuán loca estoy por sentir emociones negativas con respecto a él.
    Entiendo que aceptar esa parte de nosotras nos da la frialdad necesaria para modificar o desarrollar estrategias que nos liberen de la rabia sin perjudicar a los niños ni a nosotras mismas.
    Un fuerte abrazo, tan sabia y valiente como siempre

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. No todas estamos preparadas para hablar de este tema entre nosotras porque nos sentimos avergonzadas de reconocerlo, cuando resulta que somos muchas las que pasamos por lo mismo.
      El reconocer algo creo que siempre es para bien, pues nos da luz para, como dices, poder mejorarlo. De lo contrario lo justificaríamos sin plantearnos nada.

      Gracias por tus palabras. Un besazo

      Eliminar
  11. Muy acertado, hace unos días planteábamos este debate entre unas madres amigas.
    Cuan difícil es mediar con tus propios sentimientos, cuando la vida en si, lo pone difícil. Tanto afecta los problemas externos y los de nuestros hijos. Y cuando todo se junta, dan ganas de explotar o salir corriendo.
    Un abrazo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Si, realmente es muy difícil. Pensemos que si para nosotros resulta así cuanto más será para ellos que están aprendiendo, y a veces les pedimos más que a nosotros mismos.
      Creo que todos, padres y padres, hemos fantaseado alguna vez con desaparecer.

      Un abrazo

      Eliminar
    2. Realmente muy cierto gracias

      Eliminar
  12. pero q hacer para no explotar... q tacticas se podrian seguir, para no llegar al grito o al golpe

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Lo llevamos tan metido dentro que es no es fácil cambiarlo. Ser consciente ya es un paso, pero si realmente nos preocupa y pensamos que podemos dañar a nuestros pequeños lo mejor sería trabajar nosotros mismo esto, incluso si es necesario pedir ayuda a un profesional.

      Lo primero sería saber cuando nos estamos alterando, para así contar hasta tres, darle la vuelta y ponernos en su lugar, conectar con nuestro niño interior... No es fácil, pero tampoco es imposible, todo como digo es trabajarlo.

      Eliminar